Rosa Román

De ideologías, de España y de fútbol

19/07/2024
 Actualizado a 19/07/2024
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Decía Marx, allá por 1844, que «la religión es el opio del pueblo». O sea, un narcótico utilizado desde hace siglos para paliar los dolores y evadir las miserias humanas pasadas y actuales, que siempre ha habido bastantes. Soy enemiga de los narcóticos porque sabemos a qué conducen, pero comparto la teoría de Marx, pues la religión, sin fanatismos radicales, calma el espíritu y la mente de las personas, e incluso les sirve como motor para construir y construirse un mundo mejor. 

En este momento, extrapolado al fútbol, y después de haber visionado por la televisión francesa la doble victoria española: por un lado a Carlos Alcaraz frente a Novak Djokovic en la final de Wimbledon, y por otra parte, a la Selección española alzándose con la copa de Europa, admito que los cinco españoles, que estábamos ‘pegados a la pantalla’ en el país galo, nos unimos en abrazos, abducidos, extasiados y narcotizados por el éxito de los deportistas. Una hazaña digna de un país peleón —el imperio donde nunca se ponía el sol, frase popularizada durante el reinado de Felipe ll, ya que durante su mandato el Imperio español alcanzó su máximo esplendor— merece ser celebrada.

De los españoles y nuestro ímpetu ideológico se ha escrito y disertado en exceso. Y es que hay una frase muy viralizada, atribuida al canciller alemán Otto von Bismarck que rezaba algo así: «La nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo». Pues mira tú, esa frase la citó uno de los personajes de la serie ‘El Ministerio del Tiempo’, para hacerse el interesante, pero es una frase apócrifa, a saber, errónea, aunque el mensaje hacia España no iba desencaminado. Olvidémonos del Canciller de Hierro von Bismarck, era demasiado egocéntrico como para perder el tiempo alabando ‘tan bonito’ a nuestros ancestros. Aunque estoy absolutamente convencida de que España, esta nación que corre por nuestras venas, no sé si será el país más fuerte del mundo, pero luchar, llevamos toda nuestra historia dale que te pego a las peleas, batallas y guerras, ya sea utilizando piedras, lanzas, ballestas, escopetas y cañones, o practicando las artes más refinadas, y todavía no han conseguido hundirnos, aunque sigan intentándolo.

Lo que sí es cierto y veraz —viene recogida en la hemeroteca— es la frase de Luis Aragonés, antiguo seleccionador español de fútbol, que cito textualmente: «No hay lugar para los segundones, de los segundones no se acuerda nadie; aquí se viene a jugar y a ganar». Pues sí, este 14 de julio los golazos marcados a Inglaterra por los españoles Nico y Oyarzabal, y los 3 ‘sets’ ganados por el español Carlos Alcaraz al serbio Novak Djokovic son los mejores ejemplos de un país luchador, unido y ganador, en absoluto segundón —excepto cuando los monstruos ideologizadores intentan que nos autodestruyamos—. Querido von Bismarck, o quien quiera que fuese el creador de la frasecita abominable hacia los españoles: «España —el pasado 14 de julio, día nacional de Francia (promotora, junto con Alemania, de la creación de la actual Unión Europea)— fue ‘Reina doble de Europa por un día», casualmente en Berlín, Alemania, y eso no nos lo quita nadie. Doblegamos a las poderosas Inglaterra y Francia, que encajaron la derrota con bastante elegancia, —me cuentan desde Londres que sus ciudadanos reconocieron la fuerza y la superioridad de la selección española—, y en Francia, después de finalizar el partido, soy testigo de que la mayoría de los franceses se alegraron de nuestra victoria, o al menos lo intentaron. Nos merecemos figurar en los libros de texto de Historia desde 1° de la ESO, pero en papel, nada de libros electrónicos; los docentes sabemos que los alumnos alternan y solapan la lectura académica con las redes sociales, rebosantes de desinformación infoxicada, y luego mezclan y confunden conceptos (léase patria, país o nación).

Y es que España solo se rinde, o se narcotiza, ante los ataques de la ingeniería social (esos ‘estimados’ colegas sociólogos), elaboradora de ideologías para dirigentes y gobernantes con mentes retorcidas, ególatras y sociopáticas que pretenden destruir nuestro país, intentando enfrentar a los ciudadanos con ideas estudiadas, manidas y ensayadas para intervenir, justificar y dirigir los actos de los grupos sociales, afirmando que todo es por ‘el bien de los intereses comunes’. ¡Por favor! ¿Alguien se cree todavía esas patrañas? Es que suena tan falso, tan grotesco y tan cercano, que deberían inventarse nuevos argumentos; ya sabemos en qué consiste su objetivo: ideologizar a su favor a más gente para poder narcotizarla.

Y hablando de ideologías deportivas, en Berlín se reunieron los ‘royals’ de los dos países semifinalistas; el rey Felipe VI de España y el príncipe Guillermo de Inglaterra, acompañados de dos de sus hijos. El rey Felipe y su hija pequeña, emocionados, al finalizar el partido bajaron al campo de juego, y Felipe VI levantó la copa de ganadores de los jugadores, absolutamente encantados con la victoria y con su rey.
Imagino que después de las celebraciones, el rey de España y el hijo de Carlos de Inglaterra no se dedicaron a charlar de ideologías politizadas tipo ‘Brexits’ y ‘Lexits’ (esto último por descontado); es posible que comentaran la victoria y la derrota, de manera normal y elegante, sin furor ni obsesiones. O se gana o se pierde, y se acepta con dignidad.

Donde sí se vivió y se sintió la droga futbolística fue en la calle: desde la plaza de Santo Domingo en León, pasando por plaza de Colón en Madrid, todo era fulgor y resplandor. Es fácil entender el efecto del fútbol; el rey de los deportes deja a toda una sociedad involucrada en una pantalla aunque el poder se encuentre en otro lugar. 

También me pregunto qué ocurrió con el tenis, el otro gran protagonista del día: Carlos Alcaraz, campeón de Wimbledon por segunda vez consecutiva, recibió el trofeo de manos de la princesa de Gales; solo, sin ninguna representación oficial española se encontraba el tenis español. ¿Es más importante el fútbol que el tenis? ¿Está el tenis menos narcotizado? Pues tengo alguna respuesta, y no va de ideologías, sino de economía. El partido de tenis se televisaba por una plataforma ‘de pago’ que se retransmite a través de sus canales, y si no la tienes contratada te quedas sin ver el tenis en directo. ¿Por qué? Muy fácil; porque hay una ley que no obliga. ¿Eso significa que nadie siente la obligación de apoyar al tenis español? Veamos… el fútbol acapara la atención de unos 3.500.000 millones de personas en el mundo y reporta enormes beneficios económicos para algunas naciones. Pero el tenis… ¡Ah, no! Qué el tenis no es un deporte de masas y no narcotiza. Qué desilusión… No obstante, enhorabuena al tenis y a la selección de fútbol española, libres de ideologías nacionalistas y llenando de grandeza, por un día, a nuestro país. En el césped no existen ideologías, naciones ni nacionalidades, solo una idea: jugar para ganar. La política puede dividir, pero el deporte une. La polarización de las ideas y los radicalismos se dejan fuera del campo; es la única manera de vencer. España está cansada de divisiones, de confrontaciones, de crisis, de insultos, de falsas identidades y de deslegitimaciones. Señores dirigentes, emulen a los deportistas, y parte de los problemas se disolverán. Al menos lo habrán intentado. Muchas gracias y buena suerte. 

 

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