El pasado día 22 de diciembre, como cada año, se celebró el tradicional Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad. Y también como cada año, la mayoría de nosotros seguimos teniendo la misma situación económica que teníamos antes de dicho sorteo, e incluso una situación peor, en el caso de quienes se hayan gastado una gran cantidad de dinero en décimos no premiados. Desde luego, parece que la suerte y la fortuna no están de nuestro lado. En estos momentos, no nos queda otro remedio que consolarnos pensando en que tenemos salud, o amor, o incluso las dos cosas. Pero si nos paramos a reflexionar un poco y le damos una vuelta a todo esto, realmente la suerte y la fortuna nos están acompañando muchísimo si tenemos salud. Y si además también tenemos amor, en cualquiera de sus múltiples formas y versiones, entonces ya ni te cuento.
Tratar de darnos cuenta de todo aquello por lo que somos afortunados, sin dar nada por sentado y valorando todas y cada una de estas cuestiones como realmente se merecen, es uno de los ejercicios más sanos y más beneficiosos para nuestra salud mental que podemos realizar. Tendemos a ser más conscientes de lo malo que de lo bueno, por lo que puede ser muy buena idea dedicar una pequeña parte de nuestro tiempo a reflexionar sobre aquellas cosas buenas que hay en nuestra vida, las cuales no vemos o no valoramos lo suficiente.
Estar medianamente bien de salud y que nuestros seres queridos también lo estén, tener personas en nuestra vida a las que queremos y que nos quieren, recibir alguna muestra de cariño por parte de alguien que es importante para nosotros, poder realizar nuestros hobbies o aficiones, o ser capaces de disfrutar de los pequeños momentos y de las pequeñas cosas, son algunos de los motivos por los que podemos sentirnos tremendamente afortunados.
Y después de esta primera fase de valorar, llegaríamos a una segunda fase de agradecer. Es muy importante poder alcanzar ese estado de gratitud hacia cada una de las personas que nos aportan cosas buenas, así como hacia la vida en general, por todo lo positivo que hay en ella.
Y aquí no se trata de caer en ese positivismo barato e irracional, que en tantas ocasiones he criticado. La vida no es un camino de rosas y muchas veces es dura, triste, amarga e incluso trágica. Y a algunos, la vida les golpea mucho más que a otros, aunque lo cierto es que a todos nos golpea alguna vez. Todo esto no se puede ni se debe negar. Pero dentro de esa tragicomedia agridulce que es la vida, lo más sano y adaptativo es tratar de buscar todo lo bueno que hay en ella, aunque a veces pueda resultar realmente difícil encontrarlo y sea necesario realizar un gran esfuerzo para ello.
Si finalmente somos capaces de llegar a este punto de valoración y de gratitud, siendo conscientes de todas las cosas positivas que hay en nuestro día a día y sintiéndonos afortunados y agradecidos por todas ellas, habremos dado un paso gigante en el cuidado de nuestra salud mental y en la mejora de nuestra calidad de vida, así como en el fortalecimiento de las relaciones con todas aquellas personas que nos rodean y que son importantes para nosotros. Por tanto, merece la pena hacer el esfuerzo y dedicarle un ratito cada día a esta tarea. Y si no puede ser cada día pues, al menos, que sea con la mayor frecuencia posible. Porque la valoración y la gratitud, al igual que todas las demás conductas, se aprenden, se entrenan, se practican y se mejoran, aumentando con el tiempo sus consecuencias positivas y sus beneficios sobre quienes las ejercitan y las llevan a cabo.
Claudia Cendón de la Mata es psicóloga sanitaria especializada en psicología de la salud y terapia familiar y de pareja.