Por si alguien tenía todavía alguna duda, la bajeza moral que rige el comportamiento de la mayoría de la clase política de nuestro país no es algo que suframos en exclusiva. Si miramos más allá de los Pirineos tenemos muchos ejemplos, pero si echamos la mirada al otro lado del Atlántico el panorama es también desolador. Lo ocurrido hace unos días en EE UU es el claro ejemplo de que los dirigentes políticos no tienen escrúpulos y han hecho de la mentira su compañera de viaje. Y luego algunos se quejan amargamente por la desconexión existente entre la política y la ciudadanía.
Quién nos iba a decir que la historia reciente de España y EE UU fuera a tener el denominador común de los indultos. Pero no sólo coinciden a la perfección en hecho final, que es prostituir de manera caciquil una figura que se enmarca dentro de la legalidad vigente para conseguir objetivos únicamente personales o partidistas. La similitud parte desde el inicio de este esperpento, cuando niegan que se vayan a otorgar dichos indultos, para pasado un tiempo cambiar el guion y buscar excusas baratas para justificar que hiciste lo que dijiste que nunca ibas a hacer.
Biden había dicho por activa y por pasiva que no indultaría a su hijo ni conmutaría su pena en los procesos instruidos contra él, pero tras un fin de semana con la familia para celebrar la festividad de Acción de Gracias el no se convirtió en sí. ¿Qué pensarán ahora los votantes demócratas de la dignidad y credibilidad del todavía presidente de EE UU? ¿Opinarán lo mismo que si hubiera sido a la inversa y fuera Trump el que tomara esta decisión? Lamentablemente no y ahí radica el problema global que nos acecha. Lo que ha hecho Biden es un golpe severo en la línea de flotación de un sistema democrático, que se une a los que dio Trump con otras decisiones mientras gobernó y las que nos esperan para los próximos años.
No nos llevemos a engaño, da lo mismo que hablemos de republicanos o de demócratas o si volvemos a nuestro país, que nos fijemos en derecha o izquierda. Nos mienten descaradamente y su verdadero objetivo es su supervivencia y la de los suyos. Les es indiferente que la hemeroteca esté ahí para demostrar sus burdas mentiras, ha sido tanta la dosis de engaño a la que nos han sometido que ya hemos aceptado la mentira como una herramienta válida en la política.
El único consuelo al que podemos agarrarnos es confiar en que la Historia, la de verdad, no la que ellos intentan imponer y manipular, no indulte a los políticos que han degradado hasta límites insospechados la política actual.