18/01/2025
 Actualizado a 18/01/2025
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No pudo ser. Maduro no ha querido irse por su propia voluntad. Los tiranos se sienten invencibles. Cuando no respetas las reglas del juego te aíslas en tu propia burbuja y pierdes el contacto con la realidad. No ven o no quieren ver él y otros déspotas que los ciudadanos no los quieren. No pueden salir a la calle sin una marabunta de agentes de seguridad porque allá por dónde van se les grita, se les ofende, se exige su marcha. ¿Quién tiene más miedo aquí? ¿El dictador o la resistencia?

Si no pudo ser el día 10 de enero será otro día, más pronto que tarde, porque María Corina Machado ha contagiado de coraje y fe a toda una nación y por extensión a gran parte de la humanidad que vimos en ella la encarnación del valor, la libertad y la justicia. No defrauda, es íntegra, intachable. Y el mal solo gana tiempos breves, el bien prevalecerá y lo saben. Somos más y no cesaremos hasta conquistar lo que nos pertenece.

En España las cosas no van mucho mejor. Dirán que soy exagerada, pero lo que estamos viendo en Venezuela es nuestra propia imagen futura reflejada en una bola de cristal si no paramos la deriva de este autócrata que preside el actual gobierno. 

No hay más que escuchar a su hermano o a su mujer declarando. Intocables. Ni siquiera preparan sus respectivas defensas porque saben que se archivarán. Si no me gusta esta ley me invento otra. Si no tengo presupuestos pospongo planes, pero me atornillo al sillón, porque si me levanto es peor. Así las cosas, la población permanece sumisa, callada, polarizada, ciega.

Escuchando ayer a un ciudadano uruguayo residente en España, el hombre no era capaz de entender que los españoles no salgamos a la calle, que no peleemos por otro presente, sometidos sin rechistar a este caos de corrupción que nos dirige a un destino incierto marcado por la inflación y el derecho a la vivienda, pero claro es que, si no, igual viene la ultraderecha. Debe ser eso.

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