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Jardinería emocional

25/03/2024
 Actualizado a 25/03/2024
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«Cuando las flores hacen brotar recuerdos». Así habla Marta Ibáñez. Y si habla así, uno se pregunta: ¿Cómo sentirá? Y todo esto ¿a cuento de qué? Se trata de la jardinería emocional. ¿Y qué mejor tema que este para un comienzo primaveral en tiempo de dos guerras cercanas y una amenaza por parte del Zar de todas las Rusias de una tercera guerra mundial? «Las plantas tienen memoria. A veces es un cactus el que te lleva hasta un ser querido».

O un anciano negrillo como aquel que murió de enfermedad incurable en la plaza de Boñar y al que ahora se venera en estatua de cristal y del que nos habla Nativel Preciado en su reciente novela: ‘Palabras para Olivia’ en la que cuenta las andanzas amorosas de una mujer desengañada de la realidad. Y eso que a la «prota» le ha tocado convivir con un acaudalado individuo que la tuvo alejada de toda necesidad. Pero, muerto el perro se acabó la rabia, y ella siente a necesidad de recuperar su juventud. Y regresa a León y rescata a un joven atolondrado poeta (tantos hay de por allí) del «pozo de los malogrados» como ella, desde su pedestal, contempla a los que no han logrado triunfar.

Y, a nivel personal, y a título de leoneses en el exilio que regresan ¿qué mejor que deambular las calles del viejo León, y acercarse al pueblo que los vio nacer para revisar aquel jardín que con tanto amor plantara aquella madre inmortal? Porque hay algo más que procesiones y nostalgia, ambas tan aborrecidas por nuestro mejor escritor vivo leonés, al que acaban de galardonar con el Cervantes. Existe todo un elenco de montañas, ríos. y praderas de altura que nos harán disfrutar de todo aquello que dejamos una vez.

A ello. a los jardines, se une Raúl Ravelo. y nos ofrece este libro de Jardinería emocional, del que se dice: «Este libro ofrece reflexiones, herramientas, y recursos específicos, para cultivar una autoestima sana, una mayor confianza, creatividad, y motivación, para poder vivir con más alegría, amor, gratitud, y serenidad, disfrutando así de un jardín emocional» fértil y precioso» ¿Se puede pedir más? Recordemos que la nostalgia, no; pero sí la melancolía. Al menos esa es la divisa de nuestro Luis Mateo, el exiliado leonés vivo de mas enjundia y más locura sustancial.

Puesto que somos «gente que regresa» como escribe nuestro gran poeta Antonio Manilla en su artículo del miércoles, seguiremos añorando regresar en primavera a esa «Tierra menguante» como llama él a León. Menguante, pero florecida. Y apta para la nostalgia a más no poder.

 

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