Jorge Brugos

Javier Millei insulta al nuevo subdelegado de Gobierno

05/08/2024
 Actualizado a 05/08/2024
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Siempre escribo escuchando música. Le he pedido a mi novia prestados los auriculares y aunque me dice que están en las últimas hago caso omiso y no renuncio a practicar el ejercicio revolucionario de seguir confiando en el cable en los tiempos de lo inalámbrico. En efecto, el analógico dispositivo ha sido víctima de la obsolescencia programada y se ha roto una de mis rutinas armónicas de recrearme melódicamente mientras junto letras. Más que una necesidad, la música es una consecuencia de tener puestos los auriculares, que es en realidad, como destaca James Clear en ‘Hábitos atómicos’, el efecto placebo que hace funcionar a mi inspiración. Gracias a Dios no estoy solo, la soledad del silencio se rompe con la conversación distendida de unos vecinos argentinos que cenan reposadamente en la terraza. Es entonces cuando me acuerdo de Javier Millei y de sus críticas a la justicia social, esa por la que prometió velar el nuevo subdelegado del Gobierno en León, Héctor Alaiz. 

Además de querer salvaguardar ese derecho adquirido tan vilipendiado por el presidente argentino, el representante del ejecutivo en nuestra provincia ha hecho hincapié en la libertad y en la igualdad. El chiste se cuenta sólo viendo el favoritismo hacia Cataluña (practicado no sólo por Sánchez sino por todos los presidentes de Gobierno de la democracia). Hemos pasado de no tener derechos a banalizar los adquiridos de tanto manosearlos, prometiendo garantías que no estábamos dispuestos a conceder. Todos los atributos sociales se han vaciado de contenido reformulando su sentido en meras consignas diseñadas para barnizar a los gobernantes de una pátina de superioridad moral. Derechos de bragueta, que diría Juan Manuel de Prada, que han provocado que hasta la en teoría máxima garantía que recae en la Constitución todos se la pasen por el arco del triunfo; los mismos que dicen dar la vida por nuestra Carta Magna se rasgan las vestiduras cuando el leonesismo invoca los preceptos constitucionales que amparan las súplicas autonomistas. 

En la era líquida en la que vivimos hasta lo que parecía más sólido ha sido licuado por la máquina del postureo, de la apariencia, de generar ideas vacías de contenido, huecas de políticas reales.

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