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El juego de Linneo

25/07/2024
 Actualizado a 25/07/2024
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Habrá celebraciones en Kenia, Sudáfrica y Louisiana porque doscientas clases de plantas perderán el apellido ‘caffra’. Era indignante, ¿no lo ven? A partir de ahora serán ‘affra’, de África, que es mucho más tolerante. Lo decidió en Madrid el Congreso Botánico Internacional que contará con un comité para anular nombres despectivos. Algo parecido hizo la NASA depurando denominaciones de astros y galaxias. Y los movimientos para corregir títulos y fragmentos literarios que dicen quedaron desfasados (aunque lo extraño sería lo contrario). 

El siglo XXI será estudiado como el siglo del revisionismo. No es la primera vez en la historia que se mudan artes y saberes a los valores del momento pero debíamos haber aprendido algo de aquellas épocas pasadas que oscurecieron las anteriores con una superioridad moral que acabó desmintiendo el tiempo. Probablemente nuestra mirada actual sea más justa, diversa, solidaria e inclusiva que la del siglo XVIII cuando el botánico Carlos Linneo impuso la nomenclatura universal binomial en latín para nombrar a las plantas. Un sistema no carente de cierta guasa y creatividad que tiraba de semejanzas, que siempre sirvieron para bautizar lo que nos rodea. El lenguaje inclusivo y el puritanismo lingüístico están a punto de destrozar el magnífico juego de Linneo, más cerca del humor, la poesía y la greguería que de la injuria. Cafre, palabra de la polémica, se refiere a los africanos al sur de Ecuador y acabó en insulto que significa zafio y falto de educación. Pero dudo que ningún negro, ahora el agravio es afro, se haya ofendido nunca por el DNI de un alga. 

La etimología es la biodiversidad de las palabras. El siguiente paso para demoler al genial Linneo será acusarle de obseso sexual. Él denominó plantas vulva, gineceo o pene amórfico titánico. Aunque a veces se le acababa la pericia. El nombre científico de la hortensia es «florero con hojas muy grandes». Tan soso que este seguro que no se lo cambiará nadie. 

 

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