Jorge Brugos

Juego de rectorados

15/04/2024
 Actualizado a 15/04/2024
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Que comiencen los juegos del hambre. Suenan los tambores de guerra en la Universidad de León; como suele suceder en todas las citas electorales, ya sea en una comunidad de vecinos, en una asociación, o incluso en el Vaticano, como cuenta el periodista Javier Martínez Brocal en su libro ‘El Sucesor’ al relatar los intentos de algunos cardenales de usar en 2005 al actual pontífice Jorge Bergoglio para que Benedicto XVI nunca fuese Papa. El poder corrompe, pero creo que el ansia de tenerlo empieza a pudrir el espíritu antes de tener la mínima influencia.

Los hay que venden su alma al diablo cuando todavía no existe ninguna certeza de que se hagan con el mando. Es más, me atrevería a decir que la corrupción nace del miedo a perder ese poder, uno que suele aislar de la realidad al que lo posee ante la sensación de que nunca es suficiente y del que siempre se tiene hambre. 

Me estoy acordando de las elecciones de hace cuatro años en la Universidad de Alicante en las que uno de los candidatos estuvo respaldado por un séquito de rebeldes sin causa, que llevados por la inquietud de que su aspirante no ganase, llegaron a amedrentar al marido de la otra candidata; campaña caciquil que decantó la balanza en favor de la actual rectora.

En todos los tableros donde se ejecutan movimientos diseñados para ganar el juego de poder se producen algún tipo de fricción con la que se rompe la baraja.

Le preguntaban al desaparecido Ernest Lluch sobre qué experiencia había sido más plácida, si su etapa como profesor universitario o como político, y de forma tajante espetó que en política había hecho buenos amigos y que en cambio en la Universidad no. 

Al conceder autonomía a los rectores en cada una de las universidades, las carreras electorales en los claustros se han convertido en una lucha sin cuartel por hacerse con el control del Reino de Taifas de turno.

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