Debe de ser aburridísimo ser un juntaletras que siempre dice amén a lo que hace el Gobierno (cualquier Gobierno). Debe de ser, además, mortificante, ya que si lo haces estás de acuerdo, por acción u omisión, con todas las barbaridades que normalmente perpetran. Alguien con una neurona viva en la mollera tiene criterio propio, o se le supone, por lo que automáticamente te conviertes en critico o criticón, que le da mucho más énfasis a la jugada. Por eso, escribir en ‘El País’, ‘Público’, ‘La Vanguardia’, ‘El Periódico’ o cualquiera de los digitales de izquierda, tiene que ser horrible para alguien a quién le quede un átomo de ese espíritu crítico que antes mencionaba. Lo mismo sucede cuando gobierna el PP y te ganas la vida en ‘El Mundo’, ‘Abc’, ‘Ok Diario’ o ‘Libertad Digital’. Decir «sí bwana», como hacían los esclavos desde que existe la ‘civilización’, a un servidor le impediría, como poco, dormir por la noche o a la hora de la siesta, con lo que conlleva de negativo para la salud.
Meterse con el poder, cualquier poder, es algo maravilloso, casi un logro metafísico... Meterse con el poder, cualquier poder, te hace (por lo menos a mi), sentirte libre como una mariposa volando por la orilla de un río en primavera. Meterse con el poder, cualquier poder, relaja la faja como no te haces idea, como si fueses una luciérnaga que sale de juerga al caer la noche.
Hay gente (creo que la mayoría), que dice «sí bwana’ porque de algo hay que comer y escribiendo lo que a ti té da la gana pasas más hambre que un maestro de escuela de los del franquismo. Contra esta gente, uno no puede decir nada malo, ya que llenar la panza es algo del todo necesario para vivir. Sí me cabrean mucho más los que lo hacen convencidos, los que escriben con la patata y no con el cerebro. Esos son en su mayoría apologistas de sus ideas, de sus filias y de sus fobias, qué ¡qué casualidad!, suelen coincidir con los de partido que está en el Gobierno. Pero no creáis que esa gente no recibe dinero por su militancia: se convierten en tertulianos de los programas más de postín en la radio y en la televisión...: es evidente que los servicios prestados se tienen que pagar y el poder, cualquier poder, está encantado de hacerlo porque ellos no tienen que mojarse el culo significándose mucho más de lo necesario. Para esto están los ‘plumillas’ apesebrados qué creen que están defendiendo sus finales, porque los principios los tienen muy olvidados. Por ejemplo: con lo de la amnistía nos hemos asombrado porque la mayoría de estos personajes variaron sus opiniones de manera radical de un día para otro.
Los juntaletras militantes no descansan ni aún cuando no tienen que escribir, porque, entonces, vuelven su magín a lo esotérico, al éter ese de las ondas, a la nube...; entran en las redes sociales habituales y allí, lo mismo que en sus columnas, opinan de todo y, sobre todo, ponen a parir a los famosos o famosillos que no coinciden con sus ideas y devaneos. Un tal ‘Papell’ es maestro en estas cuestiones y, osado él, mete caña a Nadal o a Pérez Reverte (como ejemplos de personas notorias en lo suyo), por cualquier comentario que hayan realizado y que no le gusta. Es (además tiene cara de), censor de oficio y beneficio, y, como los grajos que realizaban esa profesión en el franquismo, no para de meter la tijera recortando todo que no le cuadra a su inteligencia. No es el único ave de rapiña que vuela por ahí haciendo lo mismo. Son, como ‘el Mermelada’, buitres que se alimenta de los muertos que, paradojas del destino, aún están vivos para su desgracia, como zombis o como espíritus medievales ¿Y todo por qué?, ¿por satisfacer su ego?, ¿por que su patrono les suba el sueldo?, ¿por tener contento al poder, cualquier poder, y que si vienen mal dadas les acoja bajo sus alas protectoras? ¡Chico!, no lo sé. También puede ser que estén convencidos de llevar la razón y contra esa soberbia es imposible luchar o, siquiera, presentar batalla.
Hay, no obstante, juntaletras a los que da gusto leer, aunque no estés de acuerdo con lo que dicen. En éste periódico tenemos varios que cumplen este objetivo: os dejo a vosotros que dilucidéis quienes son, que seguro que acertáis. Y en la prensa nacional, bien de papel o bien digital, nos encontramos con alguna ‘ave rara’ que por lo menos a un servidor le alegran la mañana o la noche (momentos en los que leo), de una manera que le reconcilian con el mundo, con el demonio y con la carne. Os recomiendo a tres: José Miguel Fuentes, gaditano barroco en sus ideas y en sus letras, lleno de alegría, como su tierra: un lujo oriental. Víctor Lenore, castellano viejo con quintales de lecturas a sus espalda, y se le nota; y Juan Soto Ivars, seguramente el que menos me entusiasma de los tres pero al que tengo que reconocer una mente lúcida y libre, azul como su mar Mediterráneo o como los cielos de su Murcia natal. Leerlos es un gusto, una liberación, como cuando bebes una cerveza helada en un día de tórrido calor. Salud y anarquía.