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La boludez española

19/07/2023
 Actualizado a 19/07/2023
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La realidad española invita a escribir durante jornadas y jornadas porque los temas saltan a la palestra cada día, casi sin proponértelo. Problemas, complicaciones, falta de soluciones, enanos mentales que crecen en sus púlpitos prohibiendo, dando consejas de viejas del visillo, proyectando sus carencias intelectuales, complicando la vida de los españoles que desean tranquilidad, disfrutar, ganar algo de dinero para llegar a un retiro merecido y un sinfín de problemas que parecen sembrar estos minadores de la paz ciudadana que actúan como guerrilleros del malestar, el desasosiego y la continua descalificación e insulto, el acoso y la falta de ingenio e inteligencia para solucionar los asuntos sociales, económicos y relación convivencial que es lo que más preocupa al ciudadano que desea disfrutar de una playa, ciudad, campo o una reunión familiar alrededor de una buena comida.

Sí, los políticos, esos que se desmadejan desde las tribunas cuando llega ‘la hora de la urna’, que desgranan los ‘menús’ de sus programas, que alzan la voz para señalar al contrario, que denuncia todo lo que se menea y, cuando llegan al mismo lugar, cometen los mismos errores corregidos y aumentados.
Algo no funciona en este mundo de prisas, noticias galopantes la desinformación dirigida.

Las gentes son pacíficas, escuchan, confían demasiado en esos «locutores de la mentira» que les ofrecen ayuditas momentáneas, que algunos creen que se fabrican en las casas de los que tienen el poder y airean los billetes ante la miseria que crean, sin saber que los dineros se producen por el esfuerzo de los sufridos trabajadores y creadores de riqueza y no de los politicastros que les han predicado día y noche la falacia de un bienestar revolucionario que se queda en agua de borrajas y que los demás, los que tienen que aguantar un desahucio, una vida precaria por la mentira del empleo fijo y discontinuo, de su casa okupada, de una verborrea de palabras que ya ni se entiende y que se aplica hasta cuando accedes a cualquier actividad de la vida pública y que, sobre todo, si eres hombre, debes de medir con precisión de calibrador las palabras que vas a usar en una alocución, una charla informal, una conferencia, una lección o una entrevista, porque el sistema inquisitorial en el que ha caído esta sociedad, abocada a su desaparición por pelotuda y boluda, va a tener sonoras consecuencias que recogerá la Historia, ya que al paso que vamos, los misiles que poseen los cuatro autócratas que viven en esta Tierra devaluada por tanto «inmaduro», dejarán bien planchada la faz terrestre, donde ya no habrá ocasión de practicar las directivas de esta Europa muy boluda que regula los acuerdos con los intereses de los más poderosos, acepta las indicaciones de las ONGs, que obedecen los hilos de extraños movimientos de dinero que tienen su origen en conocidos ricachones, jóvenes y especuladores, asombrando al común de los mortales, dejando un rastro de seres enchufados a las redes que influencian en jóvenes y «disfrutadores» del tiempo hueco y baldío de la cultura humana actual, por llamarlo de alguna manera.

En estos momentos en que los propios habitantes de la Península, de Hispania, sí España, se empeñan en destrozar lo poco que queda del prestigio patrio, luchando contra el idioma que une a muchos pueblos ibéricos y latinos, cobra relevancia la lucidez cómo en Hispanoamérica se califica al insensato que asoma su cabecita sin sustancia a la sociedad que le ha aceptado y que espera de él que su capacidad e inteligencia tomen un vuelo alto y concreto, homogéneo y con rumbo verdaderamente progresista. Eso se puede ver reflejado en el uso de dos palabras que definen claramente cómo es el problema que existe en nuestro territorio español: la boludez y la pelotudez.

Boludo es necio, estúpido, lerdo.

Pelotudo es aquel que tiene pocas luces o que obra como si las tuviera.

En realidad los dos conceptos y acepciones se complementan de forma clara y hay que felicitar a chilenos y argentinos por su aguda lucidez al emplearlos tan atinadamente.

Asombra cómo redes sociales, emisoras de radio y sobre todo los tubos fluorescentes, ahora plasmas, repiten y repiten hasta la saciedad, boludeces de tamaño sideral creyendo que los espectadores y oyentes son idiotas o algo por el estilo, considerando que van a convencer a la gente.

Nos da la impresión que está renaciendo un tipo de gente que va a sorprender a la clase manipuladora porque está saliéndose de las directrices del Gran Hermano y opta por informaciones más fidedignas, independientes y claras, descubriendo esta población silente las consecuencias que tiene el ejercicio del poder por aquellos que lo idolatran y llegan a padecer una enfermedad casi sistémica que se repite con demasiada frecuencia.

La democracia auténtica necesita hombres y mujeres eficientes, responsables y preparados que reconduzcan este batiburrillo en que se ha convertido la convivencia diaria y , una vez más, reivindicamos una «reforma de la educación y enseñanza» en todos los niveles de este país para que los ciudadanos futuros ejerzan correctamente sus deberes y derechos , así como una mínima cultura de participación ciudadana, desterrando la ignorancia, la corrupción, el vocabulario impreciso y ocasional, la manipulación y los síntomas de autocracia.
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