Imagínense la sorpresa cuando paseando por el centro de Oviedo entra uno en la Basílica de San Juan el Real, mil veces visitada con anterioridad, y se encuentra, por primera vez, con un enorme mural que representa una Sagrada Cena pintada con el trazo inconfundible de Vela Zanetti.
El que suscribe es despistado, pero normalmente no tanto como para que le escape todo un mural que, hubiera jurado, no estaba allí la semana anterior, máxime uno tan difícil de confundir con el entorno como aquel que, en el corazón de Asturias, representaba a Cristo instituyendo la Eucaristía en un mesonazo puramente castellano, bendiciendo un típico pan ‘lechuguino’ de Valladolid y el vino de una jarra de barro. El caso del mural de Vela Zanetti súbitamente aparecido merecía ser investigado.
Resulta que en el año 1973 el entonces párroco de San Juan el Real encargó una Sagrada Cena al famoso pintor. El cuadro permaneció en el salón de actos de la parroquia hasta que en 2011 se trasladó temporalmente a las Edades del Hombre de Medina de Rioseco. Finalizada la exposición, volvió a su parroquia y permaneció en su sacristía hasta que el actual párroco tuvo a la feliz idea de colgarlo en la Basílica, donde actualmente constituye uno de sus principales atractivos.
Se conservan las cartas cruzadas entre el párroco que encargó el mural y su autor, en las que se deslizan curiosísimos detalles sobre cómo se fraguó el encargo, y un dossier que dejó el pintor con el estudio bíblico y psicológico de sus personajes. El propio Vela Zanetti se autorretrató en él como San Pedro, en mitad de un conjunto de apóstoles estereotipo del campesino castellano idealizado que protagoniza el conjunto de su obra.
Parece que el propio Vela dijo que su propósito como artista "fue siempre romper el esquema de superficial", de que era "sólo un pintor de campesinos". A estas alturas no cabe duda de que lo ha conseguido, pero parece más difícil quitarle en sambenito de artista exiliado. Que todas las reseñas definan así a un pintor que vivió en España desde 1960, disfrutando de pleno reconocimiento, elaborando una parte fundamental de su obra, en ocasiones encargada y costeada por instituciones del régimen, suena a chiste. Algunos artistas oriundos de paraísos de la izquierda como Cuba o Corea del Norte estarían encantados de vivir un exilio como ese. Quizá llegue el día en el que, en España, para legitimar una obra o a un artista no sea necesario uniformarlo políticamente, se han visto cosas más raras, como murales que aparecen súbitamente.

La cena de Vela
03/04/2016
Actualizado a
14/09/2019
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