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La coleta del Diablo

08/02/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Ahora que el Diablo, cuando se aburre, mata moscas (esa casta zumbona) con la coleta, a muchos de nuestros políticos les ha entrado un brote de dignidad. Sabido es que cinco muertos en París son muchos más que cincuenta en Alepo, que la nieve sólo es peligrosa cuando cae en Madrid, que la justicia no es precisamente igual para los infantes que para los elefantes y que los impuestos y la gasolina suelen subir al principio de la legislatura y bajar cuando se acercan las elecciones. Cuando se acercan las elecciones, además, uno puede ver a un alcalde a los mandos de una quitanieves o a un candidato pedir que se municipalice un servicio que él mismo privatizó cuando estuvo en el poder. Contradicciones obscenamente asumidas por el votante que, en contra de lo que algunos creen, se da perfecta cuenta de lo que ocurre, a pesar de haber demostrado en repetidos comicios que complementa con sus propios brotes de amnesia los brotes de dignidad política.Están colapsando urgencias, pues alguno nunca había experimentado los síntomas. Así, detrás de una pancarta, los políticos se retratan a sí mismos, mostrando su profunda preocupación por la editorial Everest.La empresa ha despedido en los últimos años a cerca de 200 trabajadores, pero el ataque de responsabilidad les llega ahora. Libra Podemos (suene aquí un zumbido impertinente), que también estaba y que no podía haber estado antes, claro, un reflejo de los Estados Unidos: tanto avanzaron por no arrastrar el legado de la historia que se quedaron al margen de todas las ideologías, al menos de las que no se escriben con rifles. Everest, como otras empresas leonesas, tuvo que fundar sucursales vascas, catalanas y gallegas para poder optar a hacer libros de texto en esas comunidades.Aquí, ahora que la Junta sale con ímpetu al rescate, más vale no pensar en quién hace los libros que se estudian en las clases leonesas... y demasiado a menudo tampoco en lo que ponen. Decían que los malos tiempos eran para el ladrillo, pero a la vista está de que también lo son para los libros. Además, tras la pancarta, quedan muy bien las frases grandiosas, del tipo «Salvemos la cultura».Si te quedas en casa leyendo, no estás salvándote más que a ti mismo.
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