Disfruten al máximo cada segundo de la jornada de reflexión de hoy. Lo tienen más que merecido después de estas últimas semanas de crispación, mentiras, manipulación, insultos e intolerancia. Me detengo en esta enumeración, aunque lamentablemente podría continuar unas cuantas líneas más con palabras descriptivas de lo que hemos tenido que aguantar durante la campaña electoral.
Si todas las fiestas son como la llamada ‘Fiesta de la Democracia’, apelativo mal asignado a las elecciones, casi prefiero ser invitado a un entierro. De lo que no hay ninguna duda es que sí es un espectáculo, pero con todas las connotaciones negativas que se les puedan ocurrir. El problema ya no es que los políticos y sus asesores protagonicen un papel totalmente impostado, la gravedad de la situación es que hay gente que se lo cree y no es capaz de discernir lo que es o no real. Súbitamente se autoinflingen una ceguera ideológica y partidista que les impide ver con nitidez lo que les rodea.
Hace ya tiempo que en las campañas electorales pesa más el intentar hundir al contrario que en proponer tus ideas, pero está llegando a límites kafkianos. Será por defecto profesional o por un ansía desmedida de autocrítica, pero lo que más me repatea es que algunos periodistas y medios de comunicación hayan entrado al juego, convirtiéndose en cómplices de este aquelarre electoral.
Durante estas dos últimas semanas las palabras que con más asiduidad han salido de las bocas de nuestros políticos son mentira, bulo y manipulación. Todos se han acusado entre sí de ser unos mentirosos compulsivos y de engañar a la ciudadanía. Conscientemente y de manera deliberada han hecho un ‘totum revolutum’ con esos conceptos para confundir a los votantes. Las líneas que deberían separar la mentira, el error y el desconocimiento han saltado por los aires y ya no hay mortal que sea capaz de diferenciar una cosa de otra. Evidentemente no es lo mismo mentir deliberadamente, que cometer una confusión o decir algún dato que no es real por no tener los conocimientos necesarios sobre un hecho o materia concreta. Ahora, da lo mismo el origen de la información falsa aportada, el de enfrente te señala con el dedo mientras brama que eres un embustero. No se me ocurre mayor ejercicio de hipocresía que un mentiroso tenga el cuajo de rasgarse las vestiduras ante las mentiras de los otros. Antes de exigir al prójimo ciertas conductas honorables, esfuérzate en dar ejemplo y no cometer los mismos pecados en los que supuestamente caen los que no piensan como tú.
Lo dicho, disfruten de la calma del día de hoy, porque independientemente de los resultados de mañana, a partir del lunes se avecina tempestad.
La fiesta de la mentira
22/07/2023
Actualizado a
22/07/2023
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