Banderas de España por un tubo en Villafranca del Bierzo para recibir al monarca, que llegó en helicóptero, saludó, se hizo fotos y se fue con la misma puntualidad. En las cafeterías, los peones de obra comentaban «cuando llegue Felipe decidle que estoy al fondo, que venga si quiere y si no que deje el café pagado». Ni entró al bar ni pagó el café, pero seguía la guasa: «Pues cóbrame a mí lo suyo, que si fueran Froilán o su padre sería más caro pero, total, les llevo invitando toda la vida».
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