Pues al final no era un órdago. ¿O sí? Es lo que tienen los naipes, que nunca sabes cuándo es una bravuconada y cuándo te vas a quedar con cara de tonto. En este caso, lo segundo está claro. ¿O no? El caso es que la ultraderecha se suicida, quieren exhibir que juega con el PP como con un juguete roto pero, en realidad, le están ayudando al empujarle hacia otras alternativas con las que por sí mismo parecía no atreverse.
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