Hay muchas maneras de intentar cobrar las deudas pendientes y no todas efectivas. Se puede contratar a una empresa especializada en morosos, con elegantes cobradores vestidos de frac o matones de discoteca hipertrofiados; se pueden mandar mensajes a la tele, como le hicieron a Pipi Estrada. Pero hacer una pintada en la roca, como ha pasado donde terminan las hoces del Curueño, es para perseguir no sólo al deudor, sino también al acreedor.
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