Dos ejemplos cercanos en la última semana de algo que no es precisamente nuevo, pero el paso del tiempo vuelve a demostrar que resultan nauseabundos los premios que entregan las instituciones. Algunas de ellas, al elegir ganador, lo que hacen es premiarse directamente a sí mismas, sin cortarse; otras usan el dinero de todos, sin cortarse tampoco, para el intercambio de favores; y hay candidatos que no se cortan ni con cristales y que directamente llaman a los jurados para pedir su voto. Cuadrados los tienen todos.
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