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‘Lachó drom’

18/01/2025
 Actualizado a 18/01/2025
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Me embaucó la pregunta. El chaval de ojos oscuros y almendrados, de piel canela y cuerpo juncal, cuya actitud oscila entre la impertinencia y la elegancia. Estaba ese día aplicado, «profe, hoy te trabajo» y se puso a repartir bolígrafos a media clase. Le chifla saltar por los rincones y colgarse de los marcos de las puertas, reírse a destiempo y unirse a una juerga de palmas clandestina que a veces fulgura como un relámpago furtivo al fondo de algún pasillo despistado. Pero ese día el niño Juan quería trabajar. «Que hoy te trabajo». Venga al dictado, les digo, «España con mayúscula, que es país», «y los puntos suspensivos, son tres ¿no?». «¡Ay alma de mi raza, no corras tanto que no te pillo, profe!». Repito: «La mujer venía de camino…» y levantando una mirada negra, pregunta, «Mujer es con mayúscula, ¿no?» y centellea la brisa en sus ‘sacais’ oscuros. Debe ser que por eso anda todo el día detrás de una niña de plata. 

Sonreí a Juanillo, divertida, «hombre, criatura, con mayúscula no es, pero es el piropo más bonito que le puedes decir a tu chica si quieres camelarla». Y unas y otros, se miraron pícaros con la sonrisa del duende que anda entre el romero. «Vamos por buen camino», pensé. 

‘Lachó Drom’, o «buen camino», es la despedida usada entre los gitanos del pueblo Romaní, tristemente perseguido y silenciado, que significa literalmente «que tengas un buen viaje». Aves nómadas, errantes y vagabundas siempre en bandada arropados en el clan familiar. Diseminados por la tierra con su vuelo libre que les trajo a España el 12 de enero de 1425. Ese día Juan de Egipto menor llegó con su clan atravesando los Pirineos rueda que rueda atravesando montes, valles, y arboledas acumulando lunas no siempre blancas. Seiscientos años viviendo entre los paréntesis del destierro, la tradición y el estigma, entre sus leyes y las de los payos. Entre bandos y redadas, sobre todo la de 1749, la mayor redada de toda Europa, orquestada entre otros por el Marqués de la Ensenada, con el beneplácito de Fernando VI. 

Será por eso que el Congreso de los Diputados ha designado este recién comenzado Año del Pueblo Gitano en España. Pueblo estigmatizado, esquivo, guasón, divino y profano.

Cuenta Raúl Quinto en su novela ‘Martinete del Rey sombra’, Premio Nacional de Narrativa, muy recomendable para entender la cuestión gitana, «que no hay historia de los gitanos porque ellos no la escribieron. Tal es la suerte de los pueblos ágrafos de la tierra, condenados a ser contadas por otros o a desaparecer».

La clave para salir de la marginalidad está en la educación, especialmente en el empoderamiento de la Mujer gitana. Con una M alargada y densa como esas frondosas melenas que ondean al viento.

Ellas serán las que lleven a este pueblo por ‘lachó drom’.

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