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Las mangas verdes

19/04/2023
 Actualizado a 19/04/2023
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Hace unos años –cuando la cultura importaba en televisión– había un programa llamado ‘la Bolsa de las Palabras’ impartido por el académico Don Joaquín Calvo Sotelo, que explicaba etimología y significación de determinados términos que aplicamos automáticamente sin conocerlos. Entre éstos, recuerdo una expresión que me llamó particularmente la atención; más común en Castilla que en León, «a buenas horas, mangas verdes». Un dicho que apenas se escucha a pesar de contar con cinco siglos de vida, desde que Isabel la Católica fundara dicha institución. Una tropa destinada a proteger la vida y bienes de las personas por los campos de España, atestados de rufianes, malandrines y salteadores de caminos. Parte de su indumentaria eran las mangas de color verde. Mirando al pasado evoca a los Templarios. Hacia el futuro, la Guardia Civil. Quién sabe, si el duque de Ahumada no se inspirara en esta antigua tradición.

Lo cierto es que, por la lentitud de las comunicaciones de antaño, o la falta de dotación imputable a la presencia de algún Roldán, alguna María Gámez o del propio ministro de Interior, dicha tropa solía llegar con retraso al punto en cuestión. Y la gente clamaba: ¡A buenas horas mangas verdes! Donde buenas quiere decir malas; peculiaridades de la lengua española.

Pues desde entonces la Benemérita lleva practicando parecidas funciones y muchas más por la complejidad de los delitos y el creciente número de delincuentes. Suelen estar donde se los precisa. En la montaña, en el mar, en la carretera o persiguiendo el tráfico de drogas que viene de Marruecos y de las repúblicas bolivarianas donde algunos podemitas buscan financiación con el dinero de los narcos. Y añadir que la imagen de la Guardia Civil caminera... también tiene cabida entre los versos de Lorca.

Una función primordial es el control de las fronteras de Ceuta y Melilla donde, a parte de la escasez de medios y de la manipulación de los susodichos políticos, se suman la falta de apoyo moral y la sistemática desautorización. Cuando se prodigan las afrentas al presidente y al País que representa; más la reciente amenaza de ocupar Ceuta y Melilla, españolas desde el reinado de los Reyes Católicos, varios siglos antes de que existiera el reino de Marruecos.

¿Qué pasa cuando Rusia invade Ucrania? Ya es una realidad. ¿Qué pasó con la ocupación de las Malvinas? Qué pasaría si España invadiera Gibraltar; no lucharíamos como argentinos, sino que las hubiéramos regalado. Como el Sahara, la independencia de Vascongadas, Cataluña y lo que vaya surgiendo.

La reacción depende de la integridad, el pundonor y la fortaleza de ciertos gobiernos. Unas cualidades que, hoy y aquí, se desconocen. Se aprecia perfectamente en el chantaje a Sánchez, obligado ceder ante Marruecos.

Ya lo perdimos, por primera vez, en un momento de suma debilidad del Estado, aun siendo una provincia española. Y lo volvimos a perder en este punto, con un gobierno pusilánime, anémico, enfrentado y en descomposición. Entre tanto, Marruecos, que conoce bien nuestra situación amenaza, hasta que cualquier día ocurra lo inevitable.

Y entonces alguien reprochará, como a Boabdil: «Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre». O, para no ser anatemizado por las feministas radicales, las palabras de Ricardo III en 1492 cuando se vio perdido en la batalla de Bosworth: «Mi reino por un caballo». Y por qué no, puede que cualquier día escuchemos: «Mi país por mi móvil».

Con la pandemia, pensábamos haber vivido lo nunca visto… Pero lo peor está por llegar. De la Celestina dijo Cervantes: «Libro a mi entender divi… si encubriera más lo huma…» y yo, como la elipsis de Cervantes, digo: «Cosas veredes, amigo Sanch…»
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