Consola Martínez, Consuelo Martínez, Yolanda Busto y Nieves Colina ponían oficialmente el pasado sábado, 31 de agosto, el punto final a nada menos que a 61 años y dos días de presencia en Bembibre. Ellas –las dos primeras, además, nacidas en el propio municipio, en el pueblo de Rodanillo– han sido las cuatro últimas monjas en la capital del Bierzo Alto –en total, durante todos estos años, han pasado por allí 63–, que recibieron el cariño de la localidad en su despedida el pasado mes de julio.
Las cinco primeras ‘Religiosas del Niño Jesús’ –congregación fundada en 1662 por el hoy beato Nicolás Barré, de la orden de los Mínimos, en Ruan (Francia)–, llegaron a Bembibre –entre otros motivos porque había como media docena de muchachas de la zona dispuestas a formar parte de la congregación– el 29 de agosto de 1963. Y no tardarían en crecer, abriendo desde allí, con el tiempo, también casa en el barrio bembibrense de Socuello y en la vecina localidad de Las Ventas de Albares, así como en el pueblo lucense de A Fonsagrada.
‘Las Monjas’ –así se han conocido siempre en Bembibre– se volcaron desde el primer momento en la enseñanza –es una de sus principales razones de ser–; y nada más llegar, ya pusieron en marcha su colegio, que comenzó las clases el 3 de septiembre de 1963 con 140 niñas inscritas. El colegio Virgen de la Peña tuvo siempre sus puertas abiertas para todo aquello que fuera necesario –para que te hagas una idea, se llegó a utilizar, incluso, como mezquita–, y aún hoy continúa con su labor docente, aunque desde 2010 se encarga de su gestión la Fundación Educere.
Más allá de la enseñanza, Las Monjas han desempeñado un papel primordial como catequistas o en la celebración de la Palabra, en organizaciones de la Iglesia como Caritas o Manos Unidas, o en entidades sociales como Proyecto Hombre o la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados Alto Bierzo. Pero, sobre todo, han hecho mella en Bembibre –la calle de ‘Las Monjas del Niño Jesús’ las recuerda–, en sus gentes.