Tenía la certeza de que Alicia me escribiría al leer lo escrito aquí mismo hace dos semanas sobre el ‘Algún lugar’, aquel bar en el que éramos felices sin saberlo mientras aparcábamos los apuntes de la carrera y sucumbíamos al envite y la cerveza. Y tenía la certeza de que me recordaría que, después de escuchar a Duncan Dhu cantando a un utópico gran país, sonaba cada día Antonio Orozco con ‘Devuélveme la vida’, que entonces nos servía para engrasar la garganta y que en realidad podía ser una advertencia de que pronto echaríamos de menos aquellos buenos ratos que el paso del tiempo nos arrebató.
Nada volverá a ser como antes, pero los bares…. qué lugares. Siempre he pensado que nuestra vida son los bares que van a dar al beber y que quizá por eso la cabra tira al monte y el leonés al bar. No son aquellas interminables partidas, ni aquellas borracheras que acababan siempre en exaltación de la amistad, pero los bares siguen siendo fundamentales para los que nos dedicamos al cada vez menos noble oficio de juntar letras.
La barra del bar te vale para que tu día sea algo más que trabajar y dormir y para enterarte de cosas que no se cuentan ante un micrófono. Pero también sirve para escuchar a la gente a la que se la trae al pairo lo que digan los políticos y lo que contemos los periodistas. «Es todo un engañabobos», musitó una mañana de estas tras apurar el último sorbo del café un trabajador rumano de esos que contribuyen a que nuestro censo no clame al vacío y levite sobre la nada. En la tele estaba la sesión de control al Gobierno –sin volumen, por cierto, pero así fue todo mucho más divertido– y los comentarios que se pueden reproducir en este espacio (los demás me harían incurrir en responsabilidades penales) versaban sobre la mentira, el «y tú más» y lo bien que aplauden los representantes de este nuestro terruño que se sientan detrás de sus líderes nacionales. «Seguro que están pensando en León», ironizó otro parroquiano entre carcajadas.
Aunque es cierto que esta semana sí lo han hecho para comentar el bochornoso tuit de los cachorros leonesistas en el que se mofaban de Óscar Puente, ese del que tanto tienen que aprender nuestros políticos para defender León como él hace con Valladolid.
Vienen a dar lecciones de integridad quienes aplauden o pitan en la pelea de gallos y gallinas en la que se ha convertido la vida parlamentaria en Madrid, como también las dan sobre constitucionalismo, aunque se abrazan a los artículos que les interesan mientras se limpian el… morro, por ejemplo, con el que abre la puerta a la autonomía leonesa. Aunque si la tienen que conseguir algún día quienes dedicaron toda la ilusión de una tarde de sábado a celebrar el Día Mundial del Mono, quizá esté mejor cerrada.
En fin, todo muy leonés y mucho leonés, como sentenciaría el inane Mariano. O dicho de otra manera: León, marca registrada.