Leí hace días en varios lugares la expresión «Soho leonés» para referirse a la barriada occidental de esta ciudad, allende el río. León Oeste le dicen también, que suena a Sergio Leone (todo queda entre félidos). En tan incomparable como comparado marco se ubican, ya no sex-shop, finos pubs o tiendas carísimas, sino algunos talleres y estudios de artistas y productores de lo artístico que abrían tal día al público visitante y curiosillo. Venían a la cabeza por ello expresiones del mismo corte, copiosas y copiadas, en esta época del año tan propensa a la amplificación y el tópico.
De la sixtina del románico (sixtina sietemesina, pues el arte románico es previo), al Guggenheim de León (que se dijo y dice, sí, pásmense, del Centro Comercial Espacio León, nombre también astronáuticamente clarividente a la vista de los paisanos fichados por la ESA) tan referenciadas invenciones no se agotan ni agostan sino que se convierten en forzosas y hasta forzadas. En estas fechas entrañables (¿por las entrañas repletas de viandas?) el lucífero León es el Vigo del Bernesga y su provincia la Siberia de Iberia.
Muchos de estos símiles triunfan a pesar de su notoria incongruencia. La Tebaida berciana, por ejemplo. Nada más distinto a la original desértica y egipcia que el frondoso Bierzo por mucho que lo escogiera como retiro un puñado de eremitas hace milenio y pico. Somos remisos a prescindir de etiquetas no se vaya a rasgar la ropa. Hay ‘topos’ (ahora va de tálpidos) de rancia estirpe: quien escribe de la Catedral está impelido a incluir al bicho y el calificativo Pulchra y quien cita esta ciudad a mencionar el Húmedo o el frío, que se está quedando en fresco, según parece. Se acaba en parodia que es la madre de la ciencia. Claro que criticar es fácil ¡y divertido! como decía Homer Simpson. Pero comparar también. Y adictivo: un vicio.
La propaganda turística o el aliño informativo acuñan desproporciones por doquier. Cualquier ciudad dotada de varios regatos más o menos urbanizados es una Venecia, así con todas sus letras y vaporetos. Recuerdo en Dresde, la Venecia del Elba, buscar con afán los desagües de marras, que Canaletto el Joven quizás añorase para evocar su tierrina. Encontré, eso sí, siniestros bloques soviéticos tan abundantes y abrumantes como para acuñar «la jrushchovka occidental», vitola turística que cedo gustoso.
Tópicos, antonomasias y parangones disfrutan de mucho brillo, propagación y afanes. Así cualquier cupulilla es panteónica y toda cascada, aun cirrótica, tiene algo de niagaresco o iguazuano por definición. Estas fechas del año, everéstica cumbre del panegírico y el empacho tópico y utópico, ofrecen un catálogo por supuesto enciclopédico. No en vano son «estas fechas». Como tal vez hayan notado, por motivos no aprecio mucho sus obligadas prácticas y felicidades decretadas, pero, con todo, les deseo sinceramente que pasen lo mejor que puedan esta Navidad y disfruten un feliz año nuevo.