01/02/2025
 Actualizado a 01/02/2025
Guardar

Huraños y quisquillosos,
algunos camareros leoneses
te tratan como a un trapo.
Hacen bien.
Su fama les precede,
solo les falta una inscripción
en el templo de Herodes.
En su forma de alzar las cejas
y mirar al cliente,
hay una disuasión soberana.
Nada les atañe;
nada les perturba;
son como tritones
saliendo del Bernesga.
Me pregunto, 
si también Dios
los mira con pánico.

Lo más leído