Libertad, Igualdad y Fraternidad

Mañana es el Día Internacional de la Mujer, en el que se conmemora la lucha por la igualdad de derechos y los históricos logros.

Por ejemplo, en España, el ocho de Marzo de 1910 las chicas pudieron matricularse en la universidad sin restricciones ni permisos especiales. Sería todo un hito, porque en aquella sociedad no se comprendía bien. Estudiar no resultaba útil para convertirse en esposas y madres de bien, era una completa pérdida de tiempo.

Ha pasado más de un siglo. Atrás quedaron los años en que las féminas requerían la firma de su padre o marido para cualquier trámite. O aquellos en los que no tenían derecho a voto.

Aunque, por desgracia, la evolución no ha ido al mismo ritmo en todo el mundo. La reciente noticia del envenenamiento de niñas en varios colegios de Irán me ha hecho estremecer de horror. La educación en algunos países sigue siendo «cosa de chicos». Por no hablar del resto de derechos, claro. Lamentable.

La violencia contra la mujer también nos sacude aquí con demasiada frecuencia. Crímenes, malos tratos y otras aberraciones forman parte de esa lacra que se resiste a desaparecer. Esto, en mi pueblo, se llama cobardía.

No voy a entrar en el manido debate de quién es mejor, peor, o quién tiene la culpa. A mi entender somos diferentes y complementarios. Las buenas y malas personas lo son independientemente de su sexo; todos conocemos casos que nos muestran las dos caras de la moneda. Pero, para bien o para mal, convivimos en este mundo y estamos destinados, o condenados, a entendernos; sea en el ámbito familiar, amoroso o laboral.

La cuestión es quién y por qué se cree con la potestad de decidir que una persona merece un castigo o menos privilegios que otra por haber nacido con determinados atributos.

Me consta que hay hombres que nos valoran, nos respetan, y rechazan de plano cualquier forma de violencia. A ellos, mil gracias.

Para el resto, gritemos al unísono y bien alto en este día, ¡Vivan las mujeres!