Hace muy pocos días recibí, de manos de su autora, Mª del Carmen Fernández, un libro de 144 páginas, titulado ‘Aureliano. Una historia de emociones’. Me lo entregó casi pidiendo disculpas, manifestando que en alguna otra ocasión había querido dármelo, pero que no se había atrevido. Pensé que era un libro reciente, pero está publicado en el 2012. Reconozco que nunca es tarde. Empecé a míralo, al poco rato, por la noche y me enganchó de tal manera que a las pocas horas estaba todo leído. El protagonista es su propio padre, conocido empresario de la pizarra, con el que tuve la suerte de tratar especialmente los últimos años de su vida.
Independientemente del contenido, muy interesante, lo que en principio más me ha impactado es su gran calidad literaria. Se lee como una novela, que en este caso no tiene un ápice de ficción, en una prosa que bien podíamos llamar poética por la sensación que produce la descripción de los diferentes personajes, no exenta de ternura, y de la singular belleza de los paisajes cabreireses. Demuestra así mismo la autora una gran erudición cuando hace referencia a los contextos históricos, políticos, culturales, económicos, religiosos… en los que se enmarca la narración. Una obra literaria ejemplar.
Si a esto añadimos la singularidad y ejemplaridad del protagonista y del entorno familiar, la obra tiene un valor excepcional. Aquel niño que empezó cuidando el ganado por los montes y praderas de San Pedro de Trones y llegó a ser uno de los más importantes empresarios de la provincia y creador de muchos puestos de trabajo para que a tantas y tantas familias no les faltara el pan de cada día, tuvo que pasar por muchas pruebas y dificultades. No fue un camino fácil. Contrasta esto con la frivolidad con que algunos del mundo político y sindical tratan a buenos empresarios. Se trata, pues, de un tema muy de actualidad.
Como en las mejores novelas, no podía faltar el tema amoroso. El protagonista, buen mozo y alegre, tenía motivos para triunfar en ese campo. Y lo consiguió. No todo el mundo tiene la misma suerte. Él sí. La Divina Providencia en la que él creía y confiaba hizo que en el camino de su vida se cruzara Ester, la gran mujer que siempre está al lado de todo gran hombre. Resulta intrigante la lectura del proceso, tampoco exento de dificultades, que les llevó a formar una familia. Me temo que nos encontramos ante una edición limitada, escrita para el entorno familiar y no accesible al público, pero aseguro que bien merece la pena ser leída.