16/03/2024
 Actualizado a 16/03/2024
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Los viajes al fin de la noche pueden llevar a muchas puertas. Algunas de ellas no las he abierto nunca ni tengo intención de hacerlo. Otras, nunca se sabe.

¿Vamos a tomar algo al limbo? Ésta fue la propuesta que nos hicieron a un grupo de escritores y escritoras que nos encontrábamos ya de vuelta al hotel, tras la cena que había seguido a un encuentro literario. Y allá fuimos, camino del limbo.

El Limbo me pareció uno de esos bares con aspiración a la eternidad, de esos locales que parecen haber estado ahí desde siempre. De hecho, uno de los escritores contó que cuando era más joven se pasaba casi todas las noches por un bar que tenía el mismo nombre. Y tampoco creo que fuera muy distinto. 

La clientela de este otro limbo también era joven. Eso es algo que, tal vez de forma paradójica, conecta con la eternidad. Nadie se puede recrear dos veces en la misma juventud, igual que en el río del que hablaba Heráclito, pero las aguas que corren en ese río tampoco son tan nuevas y siempre se parecerán a aquellas que conociste. La vida es una rueda, se dice, por eso los puntos de partida y de final se mezclan y se confunden. 

El bar estaba convenientemente oscuro, tenía un bonito patio entoldado por la noche, la música era agradable y el tiempo se detuvo para que disfrutáramos de la conversación.

Una de las escenas principales de ‘La balada del café triste’, de Carson McCullers, es la noche de sábado en la que, de manera improvisada, el almacén de Miss Amelia se convierte en un café. Hay un grupo de hombres que se ha congregado allí, llenos de curiosidad porque la mujer haya acogido a un hombrecillo jorobado aparecido en el pueblo hace muy pocos días. Y, por primera vez, Miss Amelia les saca algunos vasos y les permite beber, en lugar de tener que llevarse las botellas a casa. Hasta abre dos cajas de galletas y las deja sobre el mostrador. Es un comportamiento insólito en la dura y solitaria Miss Amelia, que esa noche parece otra persona. Ha encontrado, dentro de su infierno, un limbo.

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