Lo pasado, pasado está, pero permanece conservado en nuestra memoria y a medida que pasan los años más acuden los recuerdos a nuestra mente como garantes de lo que pasó y hemos sido participes. Hablar del cine hoy a las nuevas generaciones puede sonar a obsoleto o a vetusto, cuando en cualquier domicilio se puede disfrutar de grandes televisores y programación a elegir sin salir de casa. Quién nos iba a decir que con solo apretar un botón del mando a distancia te daría acceso a todo lo inimaginable y a la hora que quisieras. Siempre recordaré a aquel chico conduciendo un triciclo con una caja de madera para llevar las cajas metálicas con las películas que se iban a proyectar en los cines la empresa Elde, propietaria de los cines de la ciudad que, por cierto, y ya he dicho en otra ocasión, eran muchos a pesar de la menor población que León tenía. A lo que iba, el mensaje que transmitía el mencionado triciclo (creo recordar) era el siguiente: «el cine es el espectáculo mas barato» y no se decía ninguna mentira. El más asequible para la chavalería era el famoso Teatro Alfageme, aunque para nosotros siempre sería cine. En esto, si la memoria no me falla, y mantengo los precios como si fueran de estos días, eran los siguientes: General (gallinero) el precio de asiento a banco corrido en el piso de arriba 1 peseta; delantera general 1,25; butaca de balcón 1,50 (normalmente utilizada por las chicas para mantener una cierta distancia con los chicos alborotadores). Y las butacas de patio 2,50 lo que, para aquellos años, eran palabras mayores. Si una cosa tenía a nuestro favor era el que, como consecuencia de la inclinación de las filas, te aseguraba una visión completa de la película. De más mayores, y con mejor dotación económica los domingos y fiestas de guardar, fuimos también testigos de cosas que hoy, como muchas otras, nos suenan, mejor dicho les sonarán a los jóvenes, a música celestial. Como ejemplo citaré la persecución que había por mantener la moral a la altura de aquellos años de censura y casi de ninguna permisividad cuando, como por ejemplo, las parejas, aprovechando la oscuridad que proporcionaba la proyección de la película, se arriesgaban a darse un fugaz beso, el pico se llamó después, sin que fueran sorprendidos por una linterna acusadora que el acomodador dirigía a la vez que sentenciaba con la siguiente expresión: a la próxima os vais a la calle, lo que producía un gran sonrojo, sobre todo en la chica, equiparable a cualquier abuso de las más elementales normas de las llamadas ‘de urbanidad’ y así, de esta manera, se escribió y se escribe la historia, si bien sin linternas en los cines como consecuencia de atentar contra la buena moral, hoy simplemente conocida por buena ‘educación’ . Para los que no han conocido aquellos tiempos decirles que, al no gozar con tantos espacios y medios para la intimidad como se tienen hoy día, cualquier lugar era bueno para hacer manitas, sobre todo cuando apareció el Seat 600 y nos hizo más europeos, aunque cualquier vehículo cubierto de motor no estuviera al alcance de todos y que se hizo famoso por albergar a las familias en los días de ocio y permitirles conocer otros lugares hasta entonces fuera de nuestro alcance.
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Linternas acusadoras
25/02/2025
Actualizado a
25/02/2025
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