Quedan ya un poco lejanos aquellos tiempos en los que todo el mundo se casaba, si quería formar una familia. Ahora en cambio el número de matrimonios ha disminuido sensiblemente, no solo por la Iglesia, sino también los matrimonios civiles. Sin duda ha sido sorprendente y gratificante la reciente noticia de una macro boda en una parroquia de San Sebastián de los Reyes. Se casaron en total en una sola ceremonia dieciocho parejas. La idea del párroco ha sido muy acertada y aplaudida y es digna de ser tenida en cuenta. Colaboraron muchos voluntarios de la parroquia e incluso consiguieron prestados trajes de novia.
Si una pareja decide no casarse por la Iglesia, puede ser por diversas razones. La primera porque no pueden, debido a impedimentos de tipo jurídico, por ejemplo, cuando ya han estado casados y no se ha disuelto o declarado nulo el anterior vínculo matrimonial. Otra segunda razón puede ser de tipo económico, dado el elevado coste que puede tener hoy una boda y toda la complicación de atender a los invitados. No faltan algunos pícaros que se casan porque les parece rentable por eso de los regalos. Una tercera razón puede ser la inseguridad, el miedo a comprometerse, temiendo que ese amor no vaya a durar toda la vida. Otra razón, tratándose del matrimonio cristiano, es la falta de fe en Dios y la no valoración del sacramento. En ese caso se conformarían con solamente el matrimonio civil, aunque a veces ni eso. El problema sería, pues, la falta de una fe madura.
Sin embargo, todo es muchísimo más sencillo. Si se quiere a una persona para toda la vida, no debería haber inconveniente en comprometerse ante Dios y la Iglesia, teniendo en cuenta que no hay que tirar la casa por la ventana, ni invitar a todo el mundo, ni gastar lo indecible. Bastaría con una sencilla ceremonia en la que es suficiente que haya dos testigos, además del celebrante. Pueden ir hasta en vaqueros. Otra solución para muchas parejas que piden el bautismo para sus hijos, sería celebrar el matrimonio al mismo tiempo que el bautismo, lo cual no deja de ser un ejemplo para los hijos y un signo de coherencia como cristianos. Tenemos ejemplos recientes.
Ciertamente estas dieciocho parejas han tenido una adecuada preparación que les ha ayudado a entender y vivir en profundidad lo que significa el amor y el sacramento del matrimonio. O sea, que queda muy claro el problema para casarse no ha de ser una cuestión de dinero sino de amor y de fe. Enhorabuena a los nuevos esposos. Y que cunda el ejemplo.