Dos cabezas de lobo, un macho y una hembra, aparecieron en marzo de 2022 a la puerta del Ayuntamiento de Ponga (Asturias). El 20 de diciembre del año siguiente resultaron muertos por disparos, decapitados y desollados, dos lobos en la zona leonesa de Lois, municipio de Crémenes. Estos lobocidios invitan a tornar el famoso dicho «el hombre es un lobo para el hombre» (homo hominis lupus) en «el lobo es un hombre para el lobo» (lupus lupi homo).
El lobo ibérico no es solo una de las especies más fascinantes de nuestra fauna, es también una de las más controvertidas por interminables debates y enfrentamientos entre aquellos que defienden su existencia y protección y quienes opinan su eliminación o confinamiento a unos pocos lugares.
Formando parte de nuestra cultura, el lobo es el segundo animal más representado en la heráldica española después del león, lo que no ocurre en otros países como Francia o Alemania. Dentro de la geografía española hay más de 4800 topónimos solo con la palabra lobo. Está en la etimología de apellidos tan frecuentes como López (hijo de lobos), y Ochoa, que da nombre en euskera al mes de febrero u Otsaila (el mes de los lobos).
Quiero en este breve espacio mover una lanza en favor del lobo. Para ello es obligado decir que han transcurrido siglos de convivencia entre el lobo y el hombre, dando lugar a innumerables mitos, leyendas y falsas creencias, como ya reflejé en mi artículo sobre el lobo del pasado domingo.
En términos generales, el lobo es sin discusión un animal muy inteligente, social y familiar. Está comprobado que las manadas en que viven están compuestas en esencia por padres e hijos. Cada primavera y verano todos ellos colaboran estrechamente en la alimentación y crianza de los cachorros con los que pasan el mayor tiempo posible entre juegos y cuidados. Este comportamiento se debe a buena parte de la hormona prolactina, la hormona que lleva el instinto maternal, cuyos niveles aumentan en todos los individuos de la manada, incluidos los machos dominantes y los jóvenes del grupo.
Los lobos ibéricos son muy tímidos y esquivos con los humanos. Los raros ataques a personas responden casi exclusivamente a animales afectados de rabia enfermedad erradicada en España el pasado siglo. El ataque a seres humanos lo protagonizan generalmente perros asilvestrados, los cuales, por cierto, son habitualmente muertos por los lobos.
Aunque el lobo ataca al ganado doméstico no protegido, porque naturalmente al igual que el hombre y como carnívoro tiene todo el derecho a sustentarse para sobrevivir, lo cierto es que solo es responsable de menos del 1 % de los daños del ganado extensivo, ya que la mayor parte de las bajas se deben a la climatología y a enfermedades.
El manifiesto declive de la biodiversidad mundial que vivimos es una de las principales preocupaciones para la sociedad, y la existencia del lobo en nuestro ecosistema representa un importante legado natural e histórico que debe ser preservado. Cuando el lobo desaparece o es eliminado, este ecosistema se desequilibra, la cadena trófica se rompe y las poblaciones de sus presas, condumio para él y nocivas para el hombre, crecen sin límite.