Una vez más me pronuncio sobre el lobo en este medio por seguir tal mamífero carnicero en el ojo del huracán. La relación de amor u odio del ser humano hacia el lobo proviene de tiempos ancestrales. Su característico aullido es un canto misterioso que resuena en la montaña; pero. por su vida salvaje e instinto depredador, el lobo no deja de ser un puñal para el ganado.
Tanto para los míticos fundadores de Roma, Rómulo y Remo, como para nóbel Rudyard Kiling, en su obra ‘El libro de la selva’, son los lobos quienes cuidan de los niños, los protegen y les dan calor hasta que puedan valerse por sí mismos. Por contra, Plauto, escritor latino del siglo XIII a. C. escribió en su libro ‘Asinaria’: Homo hominis lupus (el hombre es un lobo para el hombre), asociando al lobo con el hombre individual, egoísta y violento. La frase fue popularizada por Thomas Hobbes en el siglo XVII en su obra ‘De Cive’. En mi opinión, esta frase no hace justicia con los lobos por encontrarse éstos, como el perro, otro cánido, entre los animales más sociables y cooperativos del planeta. La demostración la tenemos en Félix Rodríguez de la Fuente. quien dedicó buena parte de sus energías a eliminar la leyenda negra que existía sobre el lobo, y a quien daba gusto verlo en concomitancia cariñosa con ellos. Demostrando así que no era un animal perverso ni sanguinario, sino que cazaba para subsistir y que su presencia era necesaria para mantener el equilibrio ecológico de los ecosistemas naturales. Pronunció la frase: «Hoy apenas si se escucha ya el canto del lobo». Con ello denunciaba la situación de una especie amenazada. Pero fue mucho más allá. La frase se refería también a la pérdida casi definitiva de la libertad ancestral del hombre. La libertad de vivir «en» y «con» la naturaleza.
En su repudio, el lobo feroz de ‘Caperucita roja’ es ese ser tramposo que engaña a una inocente niña por medio de una estrategia inteligente, pero despiadada y brutal, metaforizando su autor Charles Perrault el paralelismo merecedor de castigo dentro de la doctrina cristiana: el lobo se come a la niña, y Adán y Eva la manzana.
En Castilla y León reside más de la mitad de los lobos ibéricos, lo que convierte a esta región en la más relevante de Europa occidental. La provincia de León registró 211 ataques del lobo en 2022, aumentado a 346 en 2023. Ello ha determinado un abono de 32.000 euros en ayuda a los ganaderos leoneses, quienes, no obstante, comprenden que este animal tiene que alimentarse de algún modo, si no tiene otros recursos nutritivos para subsistir. Los ganaderos reciben indemnizaciones para compensar los daños ocasionados por el lobo, pero consideran que son insuficientes para compensar la magnitud de los perjuicios causados.
Desde la concepción del pasado como alimaña se ha pasado a considerar al lobo como una especie protegida. A principio de los años 70 del pasado siglo el lobo estuvo a punto de extinción, lo que determinó la Ley de Caza de hace apenas tres años prohibiéndose su cacería, solo controlada al norte del Duero. No obstante, para la presidenta de la Comunidad Europea Úrsula Von der Layen, de ser el lobo una especie «estrictamente protegida», ha pasado a ser, debido a su incremento en algunos países europeos, únicamente «protegida». En el medio suele estar la virtud.