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Locura de amor, flaco favor

22/02/2025
 Actualizado a 22/02/2025
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Hay una alarma que suena de manera insistente, es la de incendios, estropeada, estridente, enervante. Justo en los momentos de colapso y desgarro, forzando a salir a los nervios del espectador, acaso ya alterados por la pertinaz insistencia del compañero de butaca, venga a arañar el fondo del capirucho de palomitas ¡por Dios, ya no da más de sí!

Primerísimos primeros planos para enfocar a los protagonistas iniciales de la historia. Una jefa de estudios a la que no cesa de sangrarle uno de los orificios de la nariz. Tal es el film noruego ‘Armand’, en el que un niño de 6 años es acusado de haber practicado juegos prohibidos con su compañero Jon, contra la voluntad de éste. La dirección del colegio decide convocar a las familias a una reunión en la que designan como mediadora a Sunna, la temerosa tutora de los niños. 

La tensión aumenta, sobre todo cuando se exponen los hechos y las madres de ambos niños comienzan a entrecruzar las miradas: una de ellas, Elizabeth, la madre de presunto agresor, enfundada en un impermeable rojo del que se resiste a desprenderse, preludio del aguacero que la aguarda. Y la aparentemente sufrida Sara, madre de Jon, que se desenmascara en la inquietante luz azul de un foco que de manera pertinaz salpica también a los espectadores. Azul, ese color que el psicólogo Robert Plutchik atribuyó, cuando creó la flor de las ocho emociones, a la sorpresa, y que en el cine se asocia a la frialdad. Es en ese momento cuando Anders, el padre de June, se percata de la estremecedora verdad.

La verdad. Duele. No es sencillo admitir que tu hijo puede estar distorsionando los hechos, o que tal vez el objeto de extorsión es un compañero al que le está amargando la vida. Es más relajado pensar que es el profesor, que toma decisiones arbitrarias, o que «le ha cogido manía al niño» u «ojeriza a la niña». Porque en casa «no se comporta de esa manera», «que no le hemos enseñado así». El emperador de la casa, la perla de la familia. Que no sufra, que bastante dura es la vida para que encima vengan estos a amargársela a la criatura. 

Padres, leamos de nuevo al menos los dos últimos puntos del decálogo del juez granadino de menores , Emilio Calatayud: «Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades, y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustración. Y póngase en todo de su parte, en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos, piense que todos ellos pueden perjudicar a su hijo y de verdad, lo que quieren es fastidiarle». 

Siga estos consejos y formará a un pequeño tirano. Ya viene el matón por los pasillos. Flaco favor esa locura de amor de los padres... 

Suenan las alarmas.

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