21/12/2023
 Actualizado a 21/12/2023
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Como estamos volviéndonos locos perdidos por culpa de la bomba atómica de los putos yanquis, que trajo consigo el tan mentado ‘cambio climático’, esto que os voy a contar no debería hacer ni pizca de gracia, pero estamos a punto de iniciar la Navidad y unas risas nos vendrán muy bien, porque lo mejor que se puede hacer, en estos días, es tomarse muchas cosas a cachondeo..., creo.

Pues resulta que en esta provincia que debería  presumir de tener algunos de los paisajes más hermosos de este país nuestro, de un tiempo a esta parte nos da por hacer publicidad de alguno de estos lugares (a los que, ¡por supuesto!, no les haría falta ninguna), con cosas tan estúpidas como «el mayor columpio de España», o «el mayor tobogán de España», o «del mayor cagadero al aire libre de España». A ver: Riaño posee un entorno tan maravilloso que te deja siempre con la boca abierta, hasta tal punto que algún desahogado dice que es como el de «los fiordos noruegos». O sea, que no le hace falta, ninguna falta, tener un columpio monumental, que, para uno, mayormente, es una horterada.

Ya no os cuento la que se está montando con lo de las luces de Navidad..., en algún caso haciendo el juego (la publicidad por la ‘face’), a una marca de bombones de chocolate; o con la altura de los árboles de navidad que inundan todos y cada uno de los pueblos de esta vieja piel de toro: por lo visto, mientras más grande sea, mejor. Es como cuando en el colegio íbamos al patio de atrás y al abrigo del frontón sacábamos la chorra para ver quién la tenía más grande..., una tontería que a muchos nos produjo un trauma que nos costó años superar, tal era la sensación de fracaso que sentías al ver la minga de Cabero o de Rueda, que tuvo que aguantar durante años por mal nombre ‘pililón’.

Pues uno, la verdad, es que está un poco harto de tantas luces y de tanto árbol masacrado para que cuatro mentecatos se sientan felices sacando foticas a su vera y presumiendo en las redes de lo enorme que es; sobre todo, presumiendo de que es más grande que el del pueblo o la ciudad vecina. Un desastre, vamos. Lo malo del asunto es que los de la Junta Vecinal de mi pueblo, normalmente asépticos y neutrales a la hora de fiestas y actos religiosos, les da el siroco y no se les ocurre otra cosa que iluminar, de forma ostentosa, la famosa Cruz que está en la cima de ‘la Quebrantada’ y que se ve desde muchos kilómetros a la redonda. ¡Imaginaos cómo canta llena de luces! Uno, la noche que la encendieron, quedó anonadado, incrédulo y un poco mosca, porque me recordó a la que prendían los del KKK cuando se cepillaban a un negro; o a las que se ven en las películas anunciando una iglesia perdida en la inmensidad de las grandes praderas.

Además, la Cruz es el símbolo de la Semana Santa, no de la Navidad, ¡joder!; ésta época del año tiene como símbolo único y exclusivo el ‘Belén’ que representa la cuadra dónde nació Jesús de Nazaret en la ciudad de Belén, que, como Vigo hoy, no tenía ni una cama libre en hoteles, hostales o fondas.

En Vegas siempre se dijo que «tienes menos luces que el camino Castro», ese que, también, lleva a la ‘Costana’, el cementerio del pueblo, allí dónde descansan los huesos de nuestros ancestros, al que, normalmente, vamos de día, no vaya a ser que de noche te encuentres con algún fantasma, con algún aparecido que se aburría en su tumba y salió a dar una vuelta y a fumarse un pito.

Pues eso: que la Cruz está iluminada como si fuese un anuncio de neón, de los de Coca-Cola o de Pepsi, o de Embutidos Pablo; y, a un servidor, le da mucha pena, porque no entiende el dispendio, el afán de que hablen de uno aunque sea mal. Que la Cruz parezca el reclamo de una discoteca, de un bar lleno de tahúres, de una casa de señoras putas de las de importación, de esas que salían en las páginas del ‘Interviú’, de las que te quitaban el hipo al verlas, le parece una desmesura, una exageración que no viene a cuento porque suena a falso, al «quiero y no puedo» de toda la vida de Dios. Nos tendremos que conformar, como los toláis, con que servirá (la iluminación, digo), para impedir que el ‘rapidito de Barcelona’, ese avión que pasa por encima de la Cruz dos veces al día no se escoñe contra la Cruz cuando inicia el descenso para aterrizar en la Virgen del Camino..., que ya es bastante.

Por lo demás, todo en orden. Nos tocará la lotería mañana, Dios mediante, y haremos por fin el crucero por el Mediterráneo, todo el pueblo, comiendo, bebiendo y follando como locos, que bien que nos lo merecemos. Lo que no sé es si tiraremos al mar a dos o tres de nuestros compadres, esos que no paran de dar guerra todos los días, sean feriados o no. Hay que pensarlo...

Feliz Navidad para todos, incluso para los que me ponen pingando por las tonterías que escribo todas las semanas, sin fallar ni una... Un consejo: no os maméis demasiado: es malo para el hígado y para el cerebro. Salud y anarquía.

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