Hace unos días le preguntaban a un afiliado de alta raigambre y probado compromiso en el PSOE leonés, que con quién iba, si con Cendón o con Diego Moreno en eso de las próximas primarias. Y el aludido, sin mover apenas un músculo de la cara, respondió: «con ninguno de los dos». Oído cocina, cabría decir. La respuesta llevaba en su ánima y de manera intrínseca, el hartazgo que les produce a muchos socialistas de la tierra la actual situación de luchas y descalificaciones por las que atraviesa la organización en el peor momento de su historia. En el peor.
Por otra parte, el asunto tampoco es nuevo. Se viene arrastrando en el tiempo por mor del enfrentamiento (¿político?) del alcalde de León –valedor de Moreno para alcanzar la secretaría provincial del partido– y el actual ‘primer ministro’ de la organización, bien pertrechado –eso es verdad– desde Ferraz y sus sacristanes. Y no hay más, como diría Goyo, el fallecido y bondadoso salchichero de la calle La Rúa. Cendón se siente fuerte por su actual estatus en Madrid y su cercanía contrastada con el presidente del Gobierno y su entorno.
En este maremágnum de palo y tentetieso todos pierden. Porque si en un partido falta cohesión y sentido común –algo de lo que adolece el PSOE en los últimos tiempos– eso se paga. Y se paga frente a la opinión pública, primero, y en las urnas, después. Y nada de ahora paz y después gloria. Al contrario. Y a ver quién torea al morlaco cuando salte al albero.
El fondo de la cuestión –al margen de Moreno– es que se quieren ‘cargar’ en el medio plazo al alcalde de la capital, a José Antonio Diez y a sus huestes. Y en mayor medida, además, en estos momentos, dado su posicionamiento a favor del, presumiblemente, candidato con menos posibilidades para desbancar a Cendón. Lo demás son cuentos chinos y ganas de enredar.
Si se pensara con la cabeza y se abrazara a la lógica nada de los recientes sucedidos deberían haberse producido. No quiere ello decir que los partidos se conviertan en masas borreguiles y se diga a todo amén y sí ‘bwana’, porque esa situación resultaría también perniciosa. Ahora bien, el equilibrio se llama debate y opiniones encontradas, algo que siempre debe estar presente –tiene que estarlo– para la buena salud y funcionamiento de cualquier entidad política.
En resumen, que al PSOE, de no dar un giro de 180 grados en cuanto a su proyección pública, le pueden pintar bastos más pronto que tarde. Y sería una lástima que un activo como José Antonio Diez se viera afectado –y con él el partido– de cara a las municipales de 2027, que parece mucho tiempo si se mira el calendario, pero que en política es un suspiro o, como mucho, un estornudo de monja. Lo decía la abuela: qué pena que Dios dé bragas a quien ni tiene culo.