15/06/2024
 Actualizado a 15/06/2024
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Que el PSOE haya perdido otras elecciones ni es noticia ni sorprende a nadie. 700.000 votos se le han ido desde las últimas europeas. Lo sorprendente es que aún haya en España más de cinco millones de personas dispuestas a votar al partido que representa y dirige con mano despótica Pedro Sánchez, un partido que, por decisión de éste y de su padre político, el inefable Zapatero –que Dios confunda– ha girado desde la socialdemocracia hasta la izquierda más extrema, tan extrema y antiespañola que puede gobernar con la ETA y con los separatistas sin el menor rubor.

Con todo, no se puede ocultar que Pedro Sánchez se encuentra en jaque, asediado por la corrupción y por las presiones separatistas. En una democracia mínimamente sana sería un jaque mate, pero en España el ajedrez tiene sus propias reglas, y dada la habilidad del personaje para aferrarse al poder a costa de lo que sea, es posible que en esta partida el rey nos sorprenda saltando por encima de la torre y del caballo y comiéndose dos alfiles en la misma jugada. Sin duda los medios de comunicación y el Tribunal Constitucional encontrarían la manera de decir que el movimiento es plenamente reglamentario.

Por eso, aunque creo que la legislatura está acabada, aún puede mantenerse en estado comatoso durante bastante tiempo. Ahora bien ¿qué vendrá después? El PP, como si aún siguiera al mando de Rajoy –que Dios confunda igualmente– prescinde de hacer oposición, y espera tumbado debajo del árbol a que le caiga la fruta madura. Todo el mundo da por hecho que así será, y que Feijóo será nuestro próximo presidente, con o sin VOX. ¿Pero qué nos aguarda bajo su mandato? ¿Tiene el PP algún programa de Gobierno?

España necesita reformas drásticas de manera urgentísima: en el ámbito fiscal, en el de la justicia ¿será algún día independiente?, en el de la educación, en el sector energético, en el agrario, la de la Ley Electoral, la financiación autonómica, la política migratoria…

Sabemos que el PP ha incumplido siempre su palabra cuando ha prometido reformas de esta índole, incluso con mayoría absoluta, quizá por eso Feijóo ni siquiera se molesta en prometer nada. En estas condiciones ¿nuestro próximo presidente es siquiera un candidato votable?

 

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