15/07/2024
 Actualizado a 15/07/2024
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Que León padece una enfermedad incurable parece obvio. Los hechos , los datos, las cifras, lo demuestran. Que habría que buscarle un remedio, es de justicia. Que no existen médicos especialistas, es probable, al menos que se presten a examinarlo científicamente. Así las cosas, surgen las teorías y los posibles remedios. Unos que que si esto, otros que si lo otro. Y, por eso, a algunos se nos ocurre que nos han echado el mal de ojo. ¿Quién? ¡Pueden ser tantos! Envidiosos, malandrines, enemigos, o simplemente graciosos. Mal asunto.

Muchos son los que se inclinan (leoneses, no foráneos que estos son mas tendenciosos) por la resignación, por el de algo hay que morir, por el ya de morir más vale morir con honra que vivir con vilipendio. Por eso, algunos «leonesistas» puede que ya busquemos solo una muerte honrosa, y es morir de melancolía como aquel muchacho del cuento de nuestro Luis Mateo, un tal Zaro, «que vino a Olencia desde una aldea de Cantil» Y se la contagió a sus primos que se fueron muriendo poco a poco,

A modo de muestra, traemos aquí algunos testimonios recientes con distintos diagnósticos. El primero de Eduardo Diego, delegado de la Junta en León, que dice, a propósito del ‘lexit’: «No estamos ahora para más tensiones territoriales». Otra viene de una de las bocas mas confusas del momento político, del actual ministro de Transportes del gobierno de Sánchez, Sr. Puente, quien declara: «Existe la necesidad de abordar la autonomía leonesa. Mirar para otro lado no va a servir» Y otro, de un amigo poeta, natural de Salamanca, José Luis Puerto, que lo califica de «estéril debate leonesista».

La melancolía como una enfermedad del alma (según el Mateo) puede resultar mortal y sin remedio, aunque esa muerte lenta parece que se vaya aplazando siempre para mañana. Pero, como canta el grandísimo músico y poeta berciano, Amancio Prada, en una de sus maravillosas actuaciones: «Mañana ¿Cuando es mañana? no lo sé, mi amor» y así seguimos, corriendo el riesgo de que la enfermedad se haga crónica. 

Cuando le preguntan al muchacho huérfano qué es lo que ha hecho con sus primos para contagiar a los tres de la mortal enfermedad, él responde: «Nada que no sea quererlos a los tres». «Y acordarme de cuando eramos niños y jugábamos al escondite» Eso parece que sucede con muchos leoneses que se apartan de la reivindicación leonesista, pero que proclaman a los cuatro vientos que ellos a León lo quieren mucho. «A los primos lo único que hice fue quererlos mucho (Eso dicen todos). Pero, como escribe nuestro Luis Mateo Díez: Mal asunto.

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