13/05/2024
 Actualizado a 13/05/2024
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En el televisivo debate, en español, de todos los jefes de partido que se presentaron a las elecciones catalanas, la que más mesura y templanza aportó fue la presentadora, Ana Pastor. Cada cual intentaba hablar cuando se sentía aludido, aunque no fuera su turno. Cada cual tenía sus razones, su razón. Pero hubo uno que exhibió dos fotografías, la del poeta Antonio Machado y la de Puigdemont. y, señalando al poeta, dijo: esto es exilio; lo otro, no.

Machado huyó de una guerra fratricida, perdida para él aún antes de que comenzara, y lo hizo, a pie, entre ataques por tierra y aire, hambriento, acompañando a su anciana madre, y su hermano y familia, todos ellos «casi desnudos como los hijos de la mar». Y a los tres días, en Colliure, murieron su madre y él. Y allí siguen su cuerpo, en el exilio aún. «El ‘otro’ huyó en el maletero de un coche y se instaló en una mansión, se supone que con grandes provisiones para subsistir, rodeado de asistentes y optó al puesto de diputado en las europeas cortes, que logró. Uno dejó en su bolsillo, a lápiz, este verso: «Aquellos días azules y aquel sol de la infancia». El otro lleva varios años amenazando con volver, y asegura que sólo lo hará si le devuelven la corona catalana que perdió.

Distintas formas de perder. El mal perder es aquel que no acepta su condición, sea ella la que fuere, y decide vengarse contra el mundo haciendo todo el mal posible, sin reparar en favorables o contrarios, como en una borrachera criminal. Al exilio (que al agua de los pantanos de Julio Llamazares, hay «distintas formas de mirarlo»)

En el caso de Machado, nunca hubo exilio, ya que pertenecía a esa clase de seres que tienen una única patria, que es su propio corazón. Y ello tenía siempre en el mismo lugar. Lo dice en un poema titulado «Sueños dialogados» cuando escribe: «Mi corazón está donde ha nacido / no a la vida, al amor» que remata con este otro verso: «yo voy hacia la mar, hacia el olvido»

Dejemos, pues, al otro, a Puigdemont, que siga su camino de vuelta a su patria, Cataluña, y vuelva a ocupar el puesto de guía espiritual de una tropa que tal vez lo añore. Para ello contará con el apoyo de su «protegido» Pedro Sánchez, quien le debe su permanencia en el puesto de gobernador, y con el ex presidente R. Zapatero, quien asegura, una y otra vez, que el referéndum por el separatismo catalán cabe en la constitución. Eso sí que es un mal perder.

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