Angel Suárez 2024

Malos tiempos para la lírica

06/07/2024
 Actualizado a 06/07/2024
Guardar

Ya en los 80 no faltó quien consideraba que la mayor parte del magnífico pop que se escuchaba pecaba de comercial y frívolo, y que fuera del ámbito musical la poesía había entrado en decadencia. Entre ellos se encontraba Germán Coppini, que para expresar esta crítica tomó el título de un poema de Bertold Brecht y escribió la canción que da nombre a esta columna, una auténtica poesía existencialista musicalizada, aunque dudo que su público la percibiera como tal.

Pero si Germán Coppini pensaba así del pop de los 80 ¿qué diría de lo que escuchan hoy nuestros jóvenes y adolescentes? Es cierto que esa música indefendible que acompaña letras aberrantes no es lo único que se produce actualmente, hay muchos grupos que consiguen grabar buena música, pero los medios de comunicación que padecemos los condenan a una suerte de marginalidad underground y algo freaky. Prefieren el reguetón y a Bad Bunny.

En cuanto a la poesía, el panorama es aún peor. El Premio Internacional de Poesía Centenario de Antonio Pereira, al que se presentaron 1.326 obras, ha quedado desierto. El jurado consideró que ninguna ofrecía el nivel que requiere un premio internacional. No es un fenómeno aislado. El Premio de Poesía Juan Ramón Jiménez (856 obras presentadas) también ha quedado desierto por la misma razón ¡Por octava vez!

Hay mucho que pensar sobre qué nos ha llevado a vivir en un mundo sin poesía, y este espacio no lo permite, así que me limitaré a esbozar lo que, en mi humilde opinión, podrían ser algunas de las causas. Escribir, en general, y escribir poesía en particular, requiere haber leído mucho y de todas las épocas, exige trabajo y disciplina, una gran dosis de sensibilidad, y poder ver la realidad con los ojos del espíritu.

En nuestra sociedad se lee poco, y mucho menos a los clásicos, se sorprenderían de las lagunas culturales de muchos de los que se dicen escritores. El trabajo y la disciplina no sólo no se premian, sino que penalizan, especialmente en la educación, empeñada en el disparate de igualar a los estudiantes por abajo. La sensibilidad brilla por su ausencia, y en cuanto al espíritu, agoniza bajo el peso de un materialismo que ha reducido al hombre al binomio necesidad corporal-satisfacción. ¿Qué cabe esperar?

Lo más leído