14/03/2025
 Actualizado a 14/03/2025
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Groso modo, los datos aportados esta semana por el Consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, Juan Carlos Suárez Quiñones, referentes al lobo en nuestra provincia, son de un censo de 74 manadas, de 388 ataques, y de 568 animales muertos en 2024. A esto habrá que sumar, supongo yo, los lobos y manadas de lobos que no han avistado, que serán muchos porque el campo es muy grande, y los ataques y bajas ganaderas que no se han declarado por lo complicado del procedimiento o por la dificultad para aportar las pruebas debidas. Es evidente que este censo de lobos, claramente en aumento, se ha convertido en un peligro para la producción ganadera en extensivo en gran parte del territorio de nuestra provincia, por lo tanto las autoridades deben de actuar para buscar un equilibrio entre la conservación de la especie y supervivencia del sector primario.

Así lo ha entendido Europa haciéndose eco de este problema en varios países miembros, entre los que no está el nuestro porque, a pesar de tener más lobos que nadie y causar más daños que en ningún otro sitio, el traslado que han dado las autoridades del Gobierno de España ha sido muy distinto a esa realidad. Porque en España, en este asunto, también en este asunto, se está gobernando por ideología, y no pensando en el bienestar del ciudadano, al menos no pensando en quienes viven y trabajan en los pueblos desfavorecidos de nuestras zonas de montaña. Europa ha permitido, por fin, que se controlen los censos del lobo, que se actúe sobre la especie para que haya un equilibrio entre la naturaleza y la producción animal, pero el actual Gobierno de Pedro Sánchez, azuzado por sus socios de extrema izquierda, hará todo para que nada cambie, porque es más amigo de los ecologistas de salón, que de los paisanos que tienen las vacas, los caballos y las ovejas pastando en el campo. Y lo malo es que cuando haya elecciones, los votos del campo contarán poco. En el campo no tenemos dinero suficiente ni votos suficientes para influir en política, para hacer un buen lobby ganadero.

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