«Mañanitas de febrero, son mañanitas de niebla; si te acercas al espino, te mojarás la chaqueta». Son canciones. Nada más que canciones. Pero, entonces ¿por qué vuelven? ¿Por qué esta mañana las vuelve a cantar el cronista mientras pasea con sus perros por un pinar lejano? Tal vez alguno de los tres perritos, Totó, Iris, Polma, lleve la respuesta escrita en esas miradas tiernas; pero ¿quién sabe leerlas?
«Que no salgas, que no salgas, hoy de tu casa que nieva; no te quites del fogón, no dejes no la chimenea», «No vayas, mocita, al prado. No te vayas a por hierba. Que están malos los caminos, y hay barro en la carretera» .
Vuelto a casa, prende el fuego y abre el ordenador. Y allí están ellos: Trump y su monaguillo, Musk; Putin; Milei... Y la frase de Shakira: «No hay mejor venganza que el éxito». ¡Dios mío! Y parecía tonta... Y nosotros, ancianos ya, tan solo porque hoy ha amanecido con una neblina tierna, aquí, donde siempre hay sol, y tan solo una montañita nos separa del dulce Mediterráneo, nos ponemos a cantar aquellas canciones, aún más dulces que el mar, de nuestra infancia...
Si no se ve no se cree: Un señor como Trump, que no supo aceptar su derrota electoral y lanzó a sus huestes contra el capitolio, ha sido elegido por el pueblo. Y lo primero que hace es vengarse contra todo y contra todos y contra el mundo. Y le llama de todo al ucraniano Zelenski para que pare la guerra... y en cambio, a quien la empezó, Putin, le tiende la mano y le habla del reparto: para ti, todo eso que has conquistado, y para mí las tierras ricas en litio y en...
Suerte que existe la memoria. Para bien y para mal. Suerte que existe la inteligencia. Para bien y para mal. Y suerte que existen la filosofía, la poesía... y los perros. Lo de Shakira es otra cosa. Pero, al parecer, no era tan solo una mujer de las más bellas de la tierra...Parece que también piensa. Y, aunque esa frase la haya escuchado y no sea suya, daría para reflexionar sobre ella unos cuantos años. Sobre todo en estos días, cuando parece que estamos al borde de una hecatombe mundial y en nuestro León continuamos metidos en la niebla del abandono...
Miro a mis perros, a ver si me comprenden. Estoy llorando. Abro un libro de Gamoneda: ‘Descripción de la mentira’, y leo: «La indiferencia está en mi alma. Es la vejez de la misericordia»; «Esta es la hora más antigua, y mi corazón resbala hacia la astucia».