Michael Ignatieff dice en ‘Fuego y cenizas’ que una de las premisas en las que debe fundamentarse el liderazgo de todo aquel que pretenda gobernar su región es el discernimiento de los motivos por los que está en política. Mejor dicho, esa reflexión debe ser previa antes de dar el salto a la palestra pública, la vocación ha de ejercerse como brújula en las aguas turbulentas; muchos aventureros terminan desnortados tras sus experiencias con el poder al no haber encontrado antes la guía que les llevará por un ecosistema desértico en el que los aliados no son más que oasis alucinógenos incitados por el influjo de la pompa.
El endeudamiento de las comunidades autónomas, más allá de las correspondientes infra-financiaciones, tiene más que ver con la falta de proyectos regionales que con manos ajenas. El bloqueo político del que adolecen territorios como el nuestro es inversamente proporcional al bloqueo mental de nuestros gobernantes sobre el futuro. Alfonso Fernández Mañueco se pone ahora las pilas con León, se entera de que existimos, ensaya los gestos delante del espejo y a golpe de talonario despierta de esa amnesia inversora de los últimos años pujando en el mercado persa. Hemos tenido que llorar, hacer juegos de manos en la partida del juego de la política en la que todo son faroles con las cartas marcadas con comodines que forman escaleras de color para conseguir la zanahoria. Si nuestros dirigentes funcionan a base de rictus reivindicativos es porque no tienen ni idea de lo que van a hacer, van dando coletazos improvisados con el único objetivo de mantenerse en el poder. Si a los nacionalistas les funciona el chantaje emocional con el gobierno central es precisamente porque saben que no tiene ningún proyecto para Cataluña ni para Madrid; su única estrategia consiste en darles todo lo que les piden. En cuanto alguien de su sistema de inteligencia artificial le ha recordado a Mañueco lo importante que son las fichas de León en el póker electoral se ha puesto al servicio de los leoneses, o más bien, se ha dado cuenta que debe prometer el oro de las Médulas para resistir.