Desde mi infancia siempre me ha acompañado el texto de una pintada hecha sobre una pared convertida en lienzo al lado de la que fue mi casa en Valencia de Don Juan. Ese ‘Más lilares y menos militares’ siempre captó mi atención, me sonaba bien y me parecía original el juego de palabras. Pero, para qué engañarnos, no estuvo nunca entre mis preocupaciones infantiles y juveniles reflexionar concienzudamente sobre todas las aristas que se esconden detrás de cuál es el mejor camino para mantener la paz y evitar las guerras.
Esa pintada ya no existe, y nunca llegué a saber cuándo se hizo. Me imagino que fue en los años ochenta cuando en nuestro país se debatía sobre la permanencia o no en la OTAN, una duda que quedó resuelta con el referéndum de 1986.
Quién me iba a decir que unas cuantas décadas después, esa proclama volvería al presente y la vería nítidamente en mi memoria, cada vez que escucho o leo las posiciones antagónicas y fariseas sobre qué debe hacer Europa ante el esperpéntico escenario geopolítico actual.
Todo lo que está ocurriendo nos deja muchas preguntas y muy pocas certezas. Eso sí, uno de los hechos constatados es cómo algunos de los líderes europeos están manipulando, retorciendo y deformando el lenguaje para engañar a la población. Nos dicen que la inversión en gasto militar no tiene un objetivo disuasorio ni busca estar preparados para una posible guerra, sino reforzar la seguridad, cuando es exactamente lo mismo. Hacen trabalenguas infumables sobre la paz y la guerra para confundir al personal. Nos están bombardeando con la idea de que la nueva estrategia que quiere adoptar Europa se centrará en la ciberseguridad, pero bajo ningún concepto quieren que se vincule con la compra de carros blindados, aviones de combate o misiles. Vale que nos tomen por tontos, pero de nada sirve tener la mejor tecnología para repeler cualquier ataque cibernético, si no somos capaces de defendernos de un ataque físico, ya sea por tierra, mar o aire.
Los caminos de la geopolítica son inescrutables, pero eso no debe llevar aparejado que unos y otros, los guerreros y los pacifistas, nos tomen por tontos y pretendan manipularnos burdamente. Creo que a los ciudadanos no se nos da la información necesaria para conocer las ventajas y riesgos reales de las dos posiciones enfrentadas, por esta razón debemos exigir transparencia y honestidad a nuestros dirigentes, justo lo que escasea en este debate, para así poder decidir, basándonos en hechos y no en manipulaciones, si nos decantamos por las lilas o los militares.