Alfonso Martínez color

Máximo nivel de incompetencia

10/10/2024
 Actualizado a 10/10/2024
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Suele decir con frecuencia un antiguo –que no viejo– político leonés que el mayor peligro que se corre en el que un día fue parcialmente su oficio es el de acabar mostrando a la sociedad el máximo nivel de incompetencia que cada uno guarda en su interior.

Y huelga decir que sobran los ejemplos tanto en la maltrecha y vieja piel de toro que es España como también en este nuestro terruño. Ahí están por ejemplo quienes han preferido pasar los años en el sillón de la cosa pública sin hacer nada por si acaso les criticaban para luego, cuando la ciudadanía les cambió de bancada, ofuscarse si quienes les suceden no se quedan de brazos cruzados –aun a riesgo de que haya cosas que salgan mal– y poner el grito en el cielo hasta por ver una baldosa rota que les pueda mojar el pantalón recién planchado, e incluso el bajo de la gabardina, si tienen la mala suerte de pisarla. 

Máximo nivel de incompetencia con trasero acomodado y salario garantizado durante cuatro años. ¡Viva la Pepa! Pero no son los peores, créame, avezado lector. A mantener entre todos a gente que sólo se rige por la ley del mínimo esfuerzo –ya sean políticos o licenciados en historia del arte del cobro de ayudas– estamos ya, por desgracia, más que acostumbrados. 

Y no son los peores porque los hay que quieren ocultar su máximo nivel de incompetencia a base de mentiras que, ante una sociedad de corte lanar como la leonesa, muchas veces tienen las patas más largas de lo que dicta el refranero tradicional.

Podemos hablar estos días, cómo no, de la integración de Feve, de la cantidad de veces que nos han dicho en todos estos años que llegaría el tren-tranvía en tal o cual fecha mientras se sonaban los mocos para que no viéramos que les crecía la nariz. Aunque el caso más flagrante es el del último resucitador del tramo urbano de la vía estrecha, al que le descarriló el argumento cuando –dos meses después de asegurar que ya se les estaba sacando brillo a los convoyes y que el horno monclovita estaba a punto de pitar para que pudiéramos sacar la normativa– supimos que no cabían por los túneles y que tampoco estaban destinados a circular por León, sino que eran para Asturias y Cantabria.

Triste es por tanto que ahora nos tengamos que conformar con que no nos mientan y nos digan en público lo que se lleva maliciando muchos años en los despachos y en el interior del propio tren de Feve. «Si lo quitan, joden a mucha gente», barruntaba un veterano y temeroso hombre en un reportaje de este humilde juntaletras fechado en octubre de 2016.

Pero aquí parece que nos gusta ser engañados, así que quizá nosotros también estemos alcanzando, como periodistas o como ciudadanos de a pie, nuestro máximo nivel de incompetencia. 

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