En tiempos de abandonar los propósitos de año nuevo que aseguraste hace cuatro semanas que cumplirías, de desayunos aderezados con sobres de Pharmagrip, de llenarte los playeros de litros de agua si te atreves a recorrer veinte metros de cualquier acera y de ver cómo PSOE, PP y Junts disputan su particular Grand Slam pasándose la pelota de un lado a otro en peloteos cansinos, la rectora de la Universidad de León recibe a los consejeros de Educación y Sanidad en una semana crucial para la implantación del prometido Grado de Medicina que tanto da que hablar también en el Bierzo.
Preguntada de nuevo el pasado lunes por la posibilidad de repartir la formación entre los campus de Vegazana y Ponferrada, subrayó por enésima vez su idea de trasladar a la comarca los años finales de la titulación, es decir, la parte práctica, para la que esta tierra dispone de unas instalaciones que ha elogiado desde el primer momento. Sin embargo, a muchos les ha sabido a poco y lo quieren enterito, y no desaprovecharon la ocasión para colocar a la rectora en el centro de la diana y lanzarle un par de dardos con mala uva. La justificación: «Es que este grado nos es imprescindible para terminar con la falta de oncólogos en el Bierzo». ¿Te ha convencido? ¿No? Ahora vamos a probar con otra justificación que sí puede estar más próxima a la realidad: «Es verdad que cuando se reivindicaba Medicina siempre estuvimos calladitos, ni nos iba ni nos venía, pero tenemos mucho morro y ahora que lo han comprometido lo queremos solo para nosotros. Como no podemos ir a las movilizaciones multitudinarias que exigen soluciones inmediatas (y no a diez años vista) para el problema de Oncología -no vayamos a enfadar a quien debemos tener contento-, mejor nos centramos en vender que un grado cuya viabilidad aún está por ver es la solución más mejor para un problema urgente y así, en caso de que no nos lo dé enterito, ya tendríamos a quién culpabilizar».
Siempre me ha parecido muy atinada una frase de la escritora Irène Némirovsky en Suite Francesa: «Nadie puede presumir de conocer el mar sin haberlo visto en la calma y en la tempestad». Nuria González, berciana de nacimiento, se presentó como una línea continuista al anterior rector Marín, ese al que el Bierzo debe tanto. Cogió el timón del barco en medio de esa tempestad que pudo hundir al campus y, poco a poco, lo fue llenando de calma, presente y futuro. Por tanto, doy por hecho que su sucesora sabe de primera mano sus necesidades, de lo que huye y a lo que aspira. Por el momento, las palabras ‘Bierzo’ y ‘Ponferrada’ siempre están presentes en sus discursos. «Vivir, esperar, confiar», dice Suite Francesa. Y las exigencias en materia de Sanidad, con carácter urgente y a quien tiene las competencias, digo yo.