Cuando leo el periódico estoy deseando llegar a las páginas de Internacional por el mismo motivo por el que viajamos a otros mundos: huir de la rutina. Es la sección de política supranacional, una escapada informativa a una actualidad paradisíaca alejada del tedio patrio. Llevo un tiempo, no sé quizá si por la tendencia innata del ser humano a sentir predilección por aquello que le es ajeno, que lo que se cuece en las cocinas de la agenda setting me resulta insípido e incoloro por un paso del tiempo que cuida la vigencia de hechos que van tiñéndose de un añejo tono sepia. Tenemos desgastadas las estampas de tanto manosearlas, de hablar siempre de las mismas escenas predilectas. Tiene uno la sensación de que, aunque leas la prensa dentro de seis meses vas a recrearte con las repetitivas perogrulladas refritas.
El sistema mediático guionizado por los políticos que toman las decisiones y crean los debates que después son desmenuzados por la opinión pública, se enfrasca permanentemente en los dilemas sibilinamente coaccionados por los políticos. Estamos atrapados en los círculos viciosos de la falsa última hora porque nuestros dirigentes hacen de cada una de sus decisiones una especie de obra de El Escorial posmoderna. ¿Cuántos ríos de tinta se habrán escrito sobre el grado de medicina en León y en otras universidades? ¿Cuántos planes alternativos se habrán comentado en relación con la reducción de la jornada laboral? Se comenta, se escribe y se encomienda, pero continuamos con los mismos debates de hace un tiempo sin que haya la sensación de que algo vaya a cambiar. Ahora entiendo a esos descreídos que critican al conservadurismo ante su necesidad de permanecer incluso en el error que han cometido los dirigentes de las navidades pasadas; nuestros políticos son unos expertos en el arte del gatopardismo, de generar el ambiente de cambio para que en esencia nada cambie.
No se toman decisiones claras, no se practican grandes revoluciones. Dejen de hablar tanto de si se debe o no poner medicina en la ULE y decídanse ya, nuestro equilibrio interior se lo agradecerá; se ahorrarán muchos millones en nuestra salud mental.