Nunca la medicina deja de formar parte de nuestras conversaciones y de nuestras inquietudes. Por ejemplo, se habla y se escribe mucho últimamente sobre la falta de profesionales y se proponen soluciones. Una de ellas pasa por incrementar el número de universidades que en Castilla y León impartan el grado en dichos estudios, hoy presentes en Valladolid y en Salamanca. Naturalmente, las universidades de León y de Burgos, las otras dos que también son públicas, se han postulado y pugnan por conseguirlo. Pero la decisión siempre se dilata, a pesar de que parece existir acuerdo general para que haya un mayor número de personas tituladas. La administración autonómica que debe encargarse de ello da largas al asunto y no resuelve. ¿Por qué no resuelve?
Una respuesta a esa duda nos lleva a formularnos otra pregunta: ¿qué sucedería si fuese una de las cuatro universidades privadas que hay en la comunidad autónoma la que lo solicitara? Que lo hiciera, pongo por caso, la Universidad Católica de Ávila para evitar confluencias territoriales con los espacios públicos. Es un suponer, desde luego, pero resolvería muchas papeletas a la Consejería de Educación y, de paso, consolidaría la política que el Partido Popular ha decidido llevar a cabo en materia universitaria para toda España: potenciar las universidades privadas y estrangular a las públicas. Es decir, favorecer el negocio por encima de todo. Tengamos en cuenta que en Andalucía cuatro universidades privadas han sido bendecidas en los últimos diez meses. Y tengamos en cuenta así mismo que los rectores de las universidades públicas de Madrid han declarado que su financiación es hoy un 10 % inferior a la de 2010. ¿Me siguen?
El problema es que son estudios caros incluso para la iniciativa privada. De hecho, sólo cinco universidades privadas imparten en España esos grados. Pero todo se andará. Entonces León y Burgos se sentirán despreciados una vez más por Valladolid. Aunque no es una cuestión territorial, sino de capitalismo sin más.