Jorge Brugos

La mejor tierrina del mundo

10/06/2024
 Actualizado a 10/06/2024
Guardar

Creo que todo leonés que se precie se llena de orgullo y satisfacción (no puedo evitar acordarme de Juan Carlos I al escribir ese galante y protocolario recurso) cuando algún elemento distintivo de nuestros lares, sea artístico, personal o histórico aparece fuera de nuestras murallas; sufrimos tanto la sensación de que estamos olvidados por el resto de España que la mínima expresión que rinda tributo a nuestra tierra, despierta en nuestros adentros un potente rugido en el corazón de orgullo leonesista. Uno de los mejores restaurantes del mundo para comer carne está en León y es nuestra carne la que se pone de gallina. Aparece en un examen de selectividad de Historia del Arte una pregunta sobre los frescos de San Isidro y nos sonrojamos como las pinturas que dan los toques teja al legendario mural. El otro día pasaba por una librería y al ver el libro que Isabel San Sebastián dedica a la figura de Doña Urraca le dije a mi novia con el cuello erguido como un pavo que esa novela histórica narraba las hazañas de una reina leonesa. Monarca que cuyo cáliz representa para nuestro anhelo más íntimo el verdadero Santo Grial, incluso a las personas más objetivas les afecta el influjo en el que te adentra el hechizo de la exaltación de lo propio. 

Todo el mundo se siente orgulloso de donde nace o pace, pero pocas vanidades territoriales se parecen a la que sentimos los leoneses. Somos predicadores de las costumbres, de nuestras esencias, como esos pastores evangélicos que no cesan en su empeño por hacer apostolado, no perdemos ocasión de practicar el proselitismo convirtiendo a nuevos adeptos. Me hablaban hace unas semanas de la morcilla y ya estaba yo tardando en sacar a relucir la maravilla culinaria que representa la especialidad de León; alabar la variedad burgalesa con arroz es un sacrilegio para los parroquianos cazurros. Un anciano que regentaba un bar me decía con los ojos vidriosos por la emoción que le habían traído embutido de Salamanca. Al decirle que tenía que probar el de León el cristalino se empezó a humedecer al recordar las joyas gastronómicas de nuestra tierra. 

Somos muy de la tierrina. 

Lo más leído