Imagen Juan María García Campal

Mesura y viejos hedores

22/11/2023
 Actualizado a 22/11/2023
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Días hace que el teclado me suena a antigua máquina de escribir y la tipografía de ciertas noticias la veo con penoso e indeseado antiguamiento.

Pero, cómo no así cuando aún hay persona, Laura del Río, a peores con democrático cargo público que ha jurado –y supongo que leído– la Constitución y cumplirla y hacerla cumplir como norma fundamental del Estado, que anda pidiendo un tiro en la nuca para otra persona por ser adversaria y discrepante de sus ideas y sus políticas. ¿Tendría ese tiro en la nuca alguna diferencia con cualquiera otro disparado por un terrorista? ¿Sigue vigente la pena de muerte en su constitución mental?

Cómo no así, cuando un militar –alférez o alumno de la Academia General Militar de Zaragoza– acude a una manifestación –supongo que comunicada y por lo tanto legal– con un arma –si reglamentaria o no me importa un pito– que, en el mejor de los casos, le ha confiado toda la ciudadanía española y, en el peor, le iguala a un gánster y, en consecuencia, no merece ser un servidor público.

¿Cómo evitarlo tras el llamamiento a un golpe de Estado hecho en el manifiesto manipulado –como afirma el general de división Yago Fernández de Bobadilla que lo encabezaba– y hecho público por medio centenar de jefes y oficiales jubilados –dudo que jubilosos–, alguno de los cuales –los retirados teniente coronel Fernández Sánchez y el capitán Adán, entre otros– ya eran conocidos por abogar en 2020 «por fusilar a 26 millones de españoles» o por enviar una carta al Rey en noviembre de ese mismo año pidiéndole que se saltara sus competencias y deberes Constitucionales? Qué mejor cosa que repetirles a estos presuntos patriotas lo dicho por el general de división, también retirado, Rafael Dávila: «No usen a los militares como defensa de sus intereses ante el claro fracaso de sus políticas» o lo que, comenta Eduardo Madina, decía Ramón Rubial: la diferencia entre una democracia y una dictadura es que en la primera un país tiene un ejército y en la segunda un ejército tiene un país.

Qué duda cabe que cualquiera puede ver en el devenir de la realidad política y social del país, según el color del cristal con que se mire, diversos problemas, pero… mesura. ¿No se ha leído la Constitución?, ¿Desconfía de las instituciones democráticas que en ella se contemplan? ¿O las denosta? 

Viendo estas cosas, y otras que ni mención merecen, uno constata la gran carencia de cultura democrática y constitucional existente y cómo se sigue optando por el eco servilista. ¡Viejos hedores! 

¡Salud! Y buena semana hagamos y tengamos.

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