07/04/2025
 Actualizado a 07/04/2025
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La mina ha vuelto a cobrar su tributo. La tragedia en el pozo asturiano de Cerredo se ha llevado la vida de cinco leoneses. En Laciana y El Bierzo estremece la consternación, el dolor por David, Rubén, Amadeo, Ibán y Jorge. Por fortuna, los cuatro heridos en el siniestro parece que se recuperan de las heridas físicas, que las del alma son otra historia.

Dicen que ha sido el grisú. Otra vez. También cuentan por Asturias que tras el cierre de la mina, en 2018, alguien había estado sacando carbón de manera ilegal. Ahora la empresa Blue Solving, para quien trabajaban los fallecidos, pretende extraer mineral denominado de alta prestación destinado a usos con grafito y baterías.

Las investigaciones que determinarán el motivo de esta fatalidad están en marcha. Las autoridades anuncian minuciosas inspecciones al detalle. Qué menos. Las familias no recuperarán a sus seres queridos, pero al menos podrán conocer el por qué y, en el que caso de que hubiera responsabilidades o negligencias personales o institucionales, serán indemnizados como merecen.

En 1979, cuando ya estudiaba Periodismo, conocí mi primer gran accidente minero, murieron diez trabajadores en Caboalles de Abajo. Después la profesión, en distintos destinos, me acercó a las desgracias de Fabero (1984, ocho muertos), Santa Lucía (1996, uno), Tremor de Arriba (1998, uno) y Santa Lucía (2013, seis).

El norte de la provincia ha sido explotado, a veces esquilmado, durante décadas para extraer hulla y antracita. Y cuando el carbón dejó de ser de interés para esta moderna sociedad en la que vivimos, se cerraron las minas por decreto y sin alternativa. Los planes de reconversión prometidos jamás fueron reales, no se crearon oportunidades de trabajo para las gentes de las cuencas. Así le va a León.

Y a pesar de todo ello, seguimos poniendo los muertos y la desolación. Mi más sentido pésame a las familias. DEP.

 

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