Dicen que cada vez hay más niños en modo avión, es decir, que no están a lo que están cuando deberían estar. ¿ Y, alguien se ha parado a pensar si no es mejor así? Porque, vamos a ver, por ejemplo en el colegio. Tú eres un niño, hijo de leoneses, que todo el santo día está oyendo hablar en castellano y que, de pronto, en el cole, le hablan en catalán. O eres un niño travieso, que todo el rato estas sentado en el pupitre, moviendo los pies, y el señor maestro te recrimina y te ordena ponerte de rodillas con los brazos en cruz. ¿Y, según usted, qué es lo que tendría que hacer? ¿Quién, el niño o el maestro? ¡Los tres! Oiga, que yo no le insultado a Usted. ¿Entonces, qué es lo que habría que hacer? El maestro tratar de ser más ameno para captar la atención total del niño; y el niño aguardar a ser mayor para tener derecho a patalear. Y, mientras tanto, pues ponerse en modo avión.
¿Y si un político le achaca a la llegada del otoño la disminución de empleo como si se tratara de una catástrofe natural? Pues usted se pone en modo avión, mientras él continúa echándole la culpa a la oposición, a la emisión de gases, al Sursum corda y hasta a Netanyahu y a Putin.
Algunos poetas, los que pertenecen a esa corriente «dialéctica» y que nunca son tenidos en cuenta ni por la crítica ni por el lector (como p.e. el cronista) han llegado a escribir que «callar es decirlo todo» y con ello no quieren decir otra cosa que hay veces, muchas veces, que lo que nos llega a los oídos es de tal naturaleza, tan mendaz, tan prepotente, tan atrevido, tan cruel, que el solo hecho de abrir los labios podría ser entendido como un asentimiento. Y, eso no.
Un su libro ‘Azul serenidad’ un maravilloso alegato sobre la muerte de los seres queridos, escribe nuestro Luis Mateo Díez: «Callando también se escribe». ¡Y, qué verdad! Y le atribuye a su padre, Don Floro, este dicho: «No voy a perder el tiempo contando lo que no debo... No voy a hacer como tú que cuentas lo que te da la gana sin encomendarte a Dios ni al Diablo...».
Ya ves, lector, cómo de complicado es el silencio. Pero este alguien piensa que si algún día la ciencia consigue rescatar de la nube lo que se dijo a lo largo de la historia, esta cambiaría y no para bien. Para decir lo que uno piensa, hablar no es necesario. Seguro.