La última semana del año cumplimos el ritual de dar un largo paseo cerca del Teleno. Nos dirigimos a Filiel, a los petroglifos de Peña Fadiel. Afloraciones rocosas talladas con cazoletas, laberintos y símbolos misteriosos. Alguien habla de energía telúrica, de rituales prerromanos. En una pequeña gruta descubrimos un cirio. El Teleno, mítico, mágico, dios, fuerza poderosa, está ahí, mires adonde mires; las rocas talladas son su altar.
Al regresar a Filiel, llenamos las cantimploras en una fuente. Se acerca un paisano. «En 2019 no nevó en el Teleno y se secó el caño. Nunca había sucedido en la historia del pueblo. Antes había un nevero todo el año, tan profundo que excavábamos un túnel dentro, y en verano íbamos allí, al fresco, a merendar. Ahora nada». El hombre hunde las manos en los bolsillos. Mi amigo Adrián Ferrero, emprendedor y creyente en el medio ambiente, chasquea la lengua. Cambio climático.
La última semana del año vamos a Santa Colomba de Somoza a visitar el museo del pop de la Fundación Club 45. Nos recibe una Lambretta y un vídeo sobre los mods. Siempre me ha fascinado su música y su cultura. Entre vinilos sixties y parafernalia pop, conversamos con Alex Cooper, alma mater del proyecto. «Los mods son parte de la cultura leonesa porque llevan seis décadas en la provincia», dice. Me gusta la idea, a mi hermana también. A la vuelta pone en el coche un viejo cedé de los Flechazos y cantamos hasta desgañitarnos.
La última semana del año voy a la copina de Navidad con los compañeros de este periódico donde escribo. El termómetro marca cero grados en la calle, pero nuestro director David Rubio recibe a la puerta y sirve prieto picudo a diestro y siniestro. Brindamos por este momento único: un equipo de gente trabajando por el periodismo honesto. Después, nos vamos a la Trébede a tomar un mencía con Avelino Fierro. Avelino está legañoso, se ha acostado a las tantas porque la noche anterior pinchó en su guateque de Navidad. Avelino, autor de unos diarios extraordinarios y fiscal de menores, es, además, un DJ apasionado. Las muchas vidas de los escritores leoneses.
La última semana del año remontamos el Órbigo y el Luna desde La Bañeza hacia nuestra aldea asturiana. Niebla, postes de lúpulo como estructuras fantasmagóricas, un zorro que cruza la carretera. En cuanto superamos el túnel del Negrón, sol. El mundo al revés.
La última semana del año limpiamos el gallinero y sacamos a las gallinas a tomar el sol. Han puesto ocho huevos. V. dice, podemos hacer una tortilla con los rebozuelos que apañamos en el bosque, y nos ponemos manos a la obra.
La última semana del año me resarzo, egoístamente, de todo lo malo de 2024. La última semana del año es paz, naturaleza, buen vino y, sobre todo, buena gente. Solo espero que 2025 empiece igual de bien...